Vida y Estilo

Odió los antros

Y esto no es cosa nueva, no, verás, desde que cumplí 13 años lo sabía, no tenía muchas certezas en esos años, excepto una, odió los antros. Aunque bueno, tienes razón, a esa edad uno no puede saber si odia o no un antro, porque hello, nunca en tu pinche vida has ido a uno, sólo has oído rumores y a lo mucho has visto películas del tema; pero ningún chamaco baboso, en este caso chamaca babosa, yo, sabe bien como es esta experiencia.

Pero puede ser que yo, sí, yo, desde que soy pequeña sepa lo que quiero y eso de ir a bailar hasta tarde, en un ambiente cerrado, con la música a alto volumen y desvelarme, mmmm, eso para mí no sonaba nada divertido, ni siquiera hoy.

Y no, este post no lo escribió mi mama, lo estoy escribiendo yo, Yesica Flores, que cumplí 30 desde que tenía 10, una minipersonita muy sería, muy ecuánime, muy controlada, muy pacífica, en pocas palabras un peluche viviente que se entretenía jugando sin molestar a nadie; mientras todos se iban desarrollando y en sus descripciones de máxima diversión se encontraba fiestear, tardeadas, irse de pinta y probar el mundo de los vicios, menos yo, por decisión propia.

Creo que yo era la única adolescente quinceañera que no pensaba en tener 18 para irme al antro o que me invitaran a alguna fiesta para parrandear, nop, yo no, yo prefería dormirme temprano, salir a cenar o ver televisión. Y no es para que me compadezcas con esta pinche historia “triste” y ande llorando porque no viví mi juventud o en busca de una juventud tardía, no para nada, de hecho sigo pensando que esas cosas no son mi hit, pero el otro día estaba pensando en los antros, y sigo pensando hoy no me gustan para nada.

Yo la verdad prefiero quedarme en casa descansando que andar en una fiesta, así que por favor no me toques la melodía más triste del mundo con violines porque no me fui de antro, ya lo sabes, no me gustan. Es como si hicieras una crónica en la que dices odió ir al dentista, no es que andes desparramando miseria, sino analizando en voz alta que ir al dentista es horrible, tan horrible que decidiste lavarte los dientes como una ceremonia ritual después de cada cosa que comes, incluso una menta por el resto de tu vida. Usas enjuague bucal y hasta hilo dental, haces lo que sea para no tener que ir al dentista, bueno eso hago yo y me ha funcionado tanto que no tengo una sola muela pica o sarro, así que dentistas fuera de mi vista, igual que antros y algunas otras cosas más que prefiero evitar.

De verdad, no encuentro que eso sea divertido, no escuchas nada, la música esta tan alta que ni siquiera escuchas tus propios pensamientos, hay gente por todos lados, saltándote encima, embarrándose en ti, o sea, no manches, terminan bailándote atrás o adelante y adonde te mueves, a donde, pues a ningún lado, bueno yo sí, me voy a mi silla hasta que ya haya algo de espacio para bailar felizmente sola.

Y qué me dices de conseguir que un mesero te pele, huy, vas a tener que pasar horas y horas para que te haga caso y no tome bien tu orden y te traiga chupe, o sea, acaso es incomprensible que alguien pida agua mineral en un antro, parece que sí, y está prohibido servir agua mineral si no es con vodka o alguna otra bebida o licor y pobre de ti si se te ocurre ir a la barra, POBRE DE TI.

Bueno, debo decir que no soy el grinch de la vida, y si voy, pues me pongo una mini, tacones y me voy a bailar, pero ya antes de las 12 de la noche ando en plan cenicienta que se tiene que ir a dormir, obvio, yo me paro temprano. Además término muerta con 30 minutos de saltar en tacones, y más cuando toda la vida ando en tenis, por ello término disculpando muy politemente con mis amigos y me voy al lobby del antro a sentarme plácidamente, quitarme los zapatos y listo.

Que cuando hago eso término durmiéndome en los sillones, ya se, ya se, estoy loca por hacer eso, pero no ha pasado nada. Es más casi siempre, término haciendo amigos con las personas de la entrada, inclusive una vez el chico del acceso me estaba ligando, pero tan penoso era él que en vez de pedirme a mí, mi fon, se lo pidió a mi amiga; por cierto yo que odió los antros siempre que voy término con ligue, que bueno, no voy cada semana, pero cuando voy se burlan de mí, porque siempre salgo con algo, una vez incluso uno con novia andaba tras mis carnitas, pero yo soy un hueso duro de roer.

Además quien carajos va a ligar a un antro cuando odia los antros, obvio alguien fuera de este mundo, ya saben para después darse cuenta que son cero compatibles.

No me gustan los antros y las veces que he ido a estos lugares son tan pocas veces que puedo usar los dedos de las palmas de las manos para contarlas, pero no se diga las veces que voy al gym, a un museo, al teatro o al cine, jajajajaja, que bueno que mis estadísticas en otras áreas de entretenimiento no están nada mal, sino sospecharía que soy muy pinche rara y ñoña, si, pasármela metida en mi casa sería la pista, las otras cosas no, esas son curiosidades mías.

Pero te decía he ido 4 veces en toda mi vida a antros, espera fueron 5 en 30 años, bueno para ser más justa habría que quitar los 18 que uno necesita como reglamentaria para ir, entonces serían 12, y si, te voy a contar esas veces, si era lo que temías, es correcto, tus temores son ciertos sabrás mis experiencias antreras.

La primera fue cuando tenía 21 años, justo cuando me graduaba de publicista en la universidad, así que obvió toda la generación debía ir, incluso la matada de la clase. Así que tanto para mis compañeros como para mí, resulto difícil decir que no a mi asistencia, simplemente era imposible, además lo pensé bien y a esa salida de antro, iba a ir mi amor platónico de la universidad, mi crush por 2 años, en ese momento pensé sería buena idea ir, tal vez sería una versión chilanga de la cenicienta, pero eso no paso y para variar nuevamente me bateo Poncho, desde que entramos cuando se puso a perrearle a todo lo que se movía, menos a mí, por más que culpe al hecho de que había ido de tenis a un antro, en plan muy informal, muy en el fondo sabía que era yo. Así que como buena cenicienta me fui antes de las 12.

La segunda vez que me fui de antro fue cuando tenía 25, si, lo recuerdo perfectamente, porque tengo memoria fotográfica, jajajajaja, la segunda vez fue en el antrillo llamado Voga, el que está muy cerca de la plaza de Toros de esta Ciudad, me había invitado Alejandra Pichardo a su cumpleaños 30, en ese tiempo ella y yo nos habíamos hecho muy amigas primero en el gym y luego salíamos mucho al cine o cosas de esas, y el 24 de julio era su cumpleaños, extraño, recuerdo la fecha de su cumpleaños, cinco años después, que quieres, soy rara.

Así que me puse mis mejores galas, me puse muy trendy y me fui al antro, esa vez no llegue temprano, que siempre llego temprano, pero esa vez no, llegue a las 11 y Ale, no estaba, no contestaba su fon así que yo termine en una calle con un cadenero muy pesado intentando entrar. Hasta que vi a Carlos, su novio, y me acerque a él para entrar, me dijo que esperara con sus amigos de él, una pareja y un chico en plan tercera rueda. Así que pues me quede ahí parada con cara de babas, en vez de hacer amigos, uno nunca sabe cuándo necesitará la ayuda de un amigo nuevo; es ahora que capto el pedo, porque lo que hicieron estos 3 cansados de esperar para entrar fue sacar un billete de 500 y poder pasar de una buena vez, y ya estaban adentro mientras yo los veía irse, hasta que regresó la tercera rueda, el chico alto, me tomo de la manita y me metió, jajajaja, si no créeme, no hubiera entrado nunca, pero yo soy tan despistada que no me di cuenta que me estaba ligando el abogado alto, y termine bailando con Bob, que en realidad se llama Julián. Que por cierto Julián fue toda una historia, si bien esa noche en el antro “hablamos” pero no escuchamos nada, después nos enteramos que él tenía 20 y yo 25, pero ambos esa noche creímos que el otro tenía 23, curioso no, en realidad Julián fue una historia curiosa de principio a fin, en la actualidad ahora es fan de El Blog de Yes. Hola Julián, jajajajaja, por si lees esto.

Supongo que sigues interesado en el chisme y quieres saber cómo fueron las otras 3 salidas de antro, bien, si todavía no te has aburrido con este largo choro sobre Yes y los antros, te seguiré contando, no tengo otra cosa más que hacer.

La tercera vez fue cuando tenía 28, me invitaron a salir a festejar a Lupe, una buena y vieja amiga de una de mis amigas más cercanas, pero la salida de antro comenzó creo que desde las 6, y no, no llegue temprano, a esa hora era la cita para irnos todos juntos al centro a un villar a tomar cervezas y pasar un rato, bueno, los demás iban a tomar y a jugar, yo iba a cotorrear. Lo irónico es que cuando llegamos al centro, 3 horas después por el tráfico, descubrimos que el lugar estaba apartado para una cosa rave, por cierto, ¿así se dice?, bueno, entendiste. Así que peregrinamos por otra hora buscando un buen lugar para antrear y del centro nos fuimos a Coapa, al canta bar Sinatra, sede de mis otras dos salidas, sí ese fue el lugar en donde me iba a sentar en la entrada a descansar de la música, la poca iluminación y la gente que me saltaba encima, pero debo decir, que la música si era mi estilo, cosa importante para un antro.

Pero debo reconocer que la primera vez si me divertí, tanto que a las 6 de la mañana que ya había que irse, yo no me había dado cuenta de la hora, después de bailar y bailar con ya ni me acuerdo su nombre.

Aunque ahora que lo pienso no fueron tan malas mis salidas de antro, de hecho me la pase bastante divertida, claro, hasta que no me daba sueño y me cansaba de los zapatos.
Acaso estaré a punto de descubrir que si me gustan los antros, jajajajaja, en una de mis locas reflexiones, mmmm, podría ser.

Sabes, realmente no han sido tan malas experiencias, de hecho recordando bien, fue divertido y no sólo fueron 5 veces, no estoy incluyendo las veces que me fui al UNDER, en el centro, un lugar de reunión de vampiros, o aquella que vez que un DJ de música trance me acoso hasta que dije que si iba al Sudaka para escucharlo mezclar, o la vez que fui a un bar antrillo que proyectaba vídeos porno de los setentas en el centro.

No todas mis salidas fueron legendarias, pero de cada una de esas tengo un recuerdo loco y divertido. Realmente no odio los antros, más bien me da flojera ir a ellos.

Yes

Bloguera de hueso colorado desde el 2008. Porqué siempre hay algo que decir yes@elblogdeyes.com