La hora de la merienda
Ah desde que soy pequeña no hay cosa o alimento que me guste más que la merienda, ese extraño rincón en la cultura gastronómica que antecede a la cena, oh será que yo era una glotona y buscaba hacer más comidas, algo así como despertar con el desayuno, continuar con el almuerzo, dejar espacio para la comida, tomar el snack de la tarde, seguir con la merienda para terminar con la cena, ahora analizando mis muchas y bastas comidas no es de extrañarse que yo pesará hace más de una década 108 kg, creo que algo tenía que ver mi exceso goloso.
Pero hoy como recuerdo con nostalgia y cariño aquellas noches que esperaba ansiosa la hora de la merienda para sopear* mi bolillo recién horneado en un chocolate bien caliente, que normalmente terminaban siendo como 5 bolillos, no sé por qué, son como las matemáticas del diablo en el metro que cuando bajan 5 entran 15, pues así me pasaba con mi pan caliente y mi chocolate bebible que se me acababa el pan, pero seguía con leche entonces pedía más pan, pero me quedaba sin lechita y pedía más leche, hasta que mi mamá se hartaba de que me atragantara de pan entonces dejaba de fluir la comida. Realmente resulta gracioso, pero había un punto en el que mi mamá se literal, hartaba de que yo no terminaba nunca y me decía comete tu pan y ya, y yo decía pero si lo que tengo es leche, entonces me contestaba pues tomate tu pinche leche y ya.
No sé porque, pero a pesar de los excesos, las groserías y pan con leche que nunca dejaba de fluir, yo recuerdo las meriendas en mi casa como si fuera lo máximo, días simples que me llenan de nostalgia en los que mi mamá y mi papá llegaban de trabajar, mi hermano se sentaba en la sala a ver las caricaturas, mi Abuela, (no le vayan a decir que dije Abuela porque se enoja, si pregunta le dije Abuelita) y todos juntos sopeábamos pan con leche, una vieja costumbre familiar que me sabe a pasado, a nostalgia, a chocolate, a risas, a alegría, me sabe a un tiempo maravilloso que para revivir lo único que tengo que hacer es ir a la panadería a comprar 20 bolillos para mí y poner en la estufa 4 litros de chocolate con leche.
Creo que conforme pasa el tiempo y cambias tus costumbres atesoras más tus viejas prácticas, ahora muchos años lejanos de sopear mi pan para la merienda me quedo mejor con un simple snack por la tarde de jícamas, mta, que felicidad comer jícamas, bueno, en realidad son ricas, pero algunas costumbres son más ricas que otras.
Ni hablar a elegir costumbres viejas versus costumbres saludables, sin embargo aquellos años en donde la hora de la merienda era sagrada y tenía que pelearme con Renecito para cambiarle de las caricaturas a Anabel Ferreira con su programa que a mí me encantaba Buenas noches con Anabel Ferreira del año de 1996, noches simples que nunca más podre revivir, a menos claro está que alguien haya inventado una máquina del tiempo y me la preste para ir a la década de los noventas.
De verdad lo agradecería.
*Sopear o chopear: vieja costumbre mexicana que hace referencia al viejo arte de tomar cualquier elemento panoso, como galletas, panes e incluso hasta pasteles, depende del expertise y se sumerge en un elemento liquido caliente, para remojar y ablandar la superficie del agente panoso.