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Pláticas de consolación

¿Listos para desenmascarar esas pláticas de consolación que todos hemos recibido (y dado) alguna vez?, hoy vamos a destapar el lado chusco de esos momentos échale ganas, campeón que en realidad son un ¡¿en qué estabas pensando?! disfrazados.

¿Qué son las pláticas de consolación? El arte de echarle flores al muerto (metafóricamente hablando)

¿Quién no ha metido la pata hasta el fondo?, ya sea que le hayas declarado tu amor a tu crush en la peda equivocada, reprobado el examen más fácil del semestre o quemado la cena de Navidad (¡ups!), todos hemos necesitado una buena plática de consolación.

Pero, ¿Qué son exactamente?, imaginen que es como un abrazo verbal después de un maratón… en el que tropezaste en la primera cuadra. Es ese momento en el que alguien cercano te dice: No te preocupes, a todos nos pasa… ¡aunque tú lo llevaste a otro nivel!. Es una mezcla entre regaño light, motivación exprés y un toque de no inventes, ¿Cómo pudiste?.

El manual no escrito de la plática de consolación (con mucho sarcasmo, ¡obvio!)

Ahora, vamos a analizar los elementos clave de una buena (o mala) plática de consolación:

  • El contexto: Aquí es donde se define el nivel de fail que cometiste. ¿Fue algo leve?, un simple no pasa nada, mañana será otro día, prepárate para escuchar anécdotas similares (o peores) que te harán sentir un poquito menos culpable.
  • El consolador: Esta persona puede ser tu mejor amigo, tu mamá, tu abuelita… ¡hasta tu perro si supiera hablar! Lo importante es que tenga la capacidad de hacerte reír (aunque sea un poquito) de tu desgracia.
  • Las frases cliché: “De los errores se aprende”, “lo que no te mata te hace más fuerte”, “todo pasa por algo”… ¡ya se las saben! Son como el comodín de las pláticas de consolación, siempre funcionan (o al menos lo intentan).
  • El toque de humor: Este es el ingrediente secreto que diferencia una plática de consolación mediocre de una épica. Un buen chiste sobre tu metida de pata puede ser la mejor medicina (después de un shot de tequila, claro).

¿Cuándo necesitas una plática de consolación urgentemente?

  • Cuando tu estado de WhatsApp es una canción deprimente de José José.
  • Cuando le hablas a tu ex a las 3 de la mañana (¡otra vez!).
  • Cuando te das cuenta de que le pusiste sal en lugar de azúcar al café.
  • Cuando ves las fotos de tus vacaciones y te das cuenta de que te pareces más a una langosta que a un ser humano.

Si te identificaste con alguna de estas situaciones, ¡no te preocupes! Busca a tu persona de confianza, pídete unos tacos al pastor (con harta salsa, para ahogar las penas) y prepárate para recibir una buena plática de consolación.

El arte de dar una plática de consolación sin sonar como un libro de autoayuda

A ver, chavos, dar una plática de consolación es un arte que requiere tacto, humor y mucha paciencia. Aquí les dejo algunos tips para no sonar como un disco rayado:

  • Empatiza: Ponte en los zapatos del otro, recuerda cuando tú la regaste y hazle saber que no está solo en su sufrimiento.
  • No juzgues: Evita los “te lo dije” o “yo sabía que esto iba a pasar”. Nadie necesita escuchar eso en un momento de vulnerabilidad.
  • Ofrece soluciones (pero sin presionar): Si puedes ayudar a la persona a salir del hoyo, ¡adelante! Pero si no, solo escúchala y hazle saber que estás ahí para lo que necesite.
  • Usa el humor (con precaución): Un chiste bien colocado puede aliviar la tensión, pero asegúrate de no burlarte de la persona o de minimizar su problema.

Las pláticas de consolación son como un abrazo emocional que nos ayuda a levantarnos después de una caída. Son necesarias, reconfortantes y, a veces, hasta divertidas. Así que la próxima vez que la riegues (o que alguien cercano lo haga), no dudes en recurrir a este recurso tan humano y tan mexicano. ¡Y recuerda, la vida es un carnaval… de errores y aciertos!

Aunque a veces la vida nos dé unos buenos tropezones, siempre hay alguien dispuesto a darnos una mano (y una buena dosis de sarcasmo) para levantarnos. Y eso, amigos míos, es algo que vale la pena celebrar.

Yes

Bloguera de hueso colorado desde el 2008. Porqué siempre hay algo que decir yes@elblogdeyes.com