No voy a pelear por eso
Nel, no vale la pena rasgarse las vestiduras por un mugriento y hediondo trampolín, hay que saber que batallas escoger; ya que no está dentro de mis planes de vida pelear por el equipo chafa de mi gym, sobre todo cuando es un jodido gym de 3 pisos con un montón de actividades para realizar, digo, no todo en esta vida es perfecto pero siempre hay otras alternativas, si el trampolín va a estar custodiado por señoras locas que se ponen medio emotivas mejor me voy a hacer otra actividad y santo remedio.
Acaso nunca han escuchado el viejo dicho popular que dice “cuando dios cierra una puerta, abre una ventana”, pues esa siempre ha sido mi filosofía de vida y si no se puede la opción A, selecciono entre B, C y D pero si por alguna razón esas opciones no me funcionan pues entonces me busco una quinta.
Hay batallas que no deberías de librar nunca, sobre todo cuando lo que ganas es nada y puedes perder mucho.
Verán hace muchos años mi papá me enseño algo, si carajo, mi papá es como Pepe Grillo pero en versión algo intimidadora y si no haces lo que dice o escuchas parece que te va a meter unos buenos tehuacanazos, así mejor cooperas con las grandes lecciones de vida que tiene para compartir, así fue como un buen día me explico el concepto de victorias pírricas y batallas púnicas.
Si mi papá es más ñoño que yo y esos conceptos me tomo mucho tiempo comprenderlos, por más que intentaba explicarme incluso con manzanas este concepto filosófico tan ligado de estas dos formas de pelea o victoria.
Pero lo logre y lo entendí sin perder muchas neuronas en el proceso, una victoria pírrica es aquel triunfo que te costó mucho más de lo que ganaste, es decir perdiste mucho más de lo que obtuviste en el proceso de ganar, este concepto filosófico viene del antiguo Rey Egipcio Pirro quien gano una batalla pero perdió a casi todo su ejército a lo cual concluyo “Otra victoria como ésta y volveré solo a casa” y el segundo concepto muy ligado a este es el de batallas púnicas, en este vaya que me tarde en entender porque no podía entender que fuese posible, principalmente porque mi papá me hizo leer muchas hojas sobre guerra romana y fenicia, pero él no quería que entendiera el concepto de estratagema de esa guerra, sino más bien me explico o más bien regurgito el concepto, y las guerras púnicas fueran batallas campales que duraron muchos años en la cual nadie obtuvo lo que quería y murieron muchas personas, se destruyeron y saquearon pueblos y al final la victoria fue igual de mala para ambos bandos.
Entonces fue que aprendí a ser inteligente y seleccionar que batallas puedo pelear o más bien cuales valen la pena, normalmente escojo únicamente las que puedo ganar o las que el premio de victoria lo amerita, en todas las demás solo cedo en lo mayor posible.