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Cuándo eres Godín nunca pasa el mugroso camión

Ser Godín es un arte. Es un baile complicado entre la responsabilidad laboral, la lucha por el bono de puntualidad y el eterno desafío del transporte público que parece tener un plan secreto para arruinarlo todo. ¿Alguna vez te has encontrado en una situación en la que te despiertas a las mil y un horas, te preparas como si fueras a una gala y, al salir por la puerta, te das cuenta de que el mugroso camión nunca pasa? ¡Bienvenido al club! Vamos a explorar estas peripecias y las locuras que enfrentan los Godínez en su búsqueda de la puntualidad.

El despertar heroico

Todo comienza con el temido despertador que suena como si te estuviese gritando (que, seamos honestos, no estás muy lejos de la verdad). Te levantas con una determinación digna de un superhéroe: ¡hoy será un día perfecto y llegarás antes que nadie a la oficina! Te vistes rápidamente, te echas un poco de perfume (esperando que así tu jefe no se percate de que el café de la mañana no era solo para concentrarte, también era para ocultar un despertar apurado). Te lanzas a la calle con la energía de un Godín listo para conquistar el mundo.

La espera del héroe

Aquí es donde empieza el verdadero drama. Esperas el mugroso camión en la esquina, y te preguntas: “¿Por qué nunca pasan?” Hay un reloj en tu cabeza que marca cada minuto de retraso como si fuera un silbato de alarma. El tiempo comienza a correr y tu nivel de ansiedad sube a límites insospechados. Aquí hay algunas situaciones comunes que un Godín experimenta en este preciso momento:

  • El camión fantasma: Pasan un par de minutos y, de repente, te preguntas si el mugroso camión y tú tienes una conexión más profunda. ¿Acaso está burlándose de mí?
  • La lluvia inesperada: Justo cuando te aparece el sudor de la llegada, el clima decide jugar al villano. Solas de un cielo azul descencasan negras nubes que convierten tu trayecto al camión en una sopa de emociones. Ese día te olvidaste el paraguas en casa, por supuesto.

La lucha en el transporte

Pero, ¡aleluya! Finalmente ves que el camión se aproxima, pero allí viene algo aún peor: el camión va tan lleno que podrías jurar que han metido a un par de tribus enteras. Lo que en tu mente debería ser un viaje de 15 minutos se convierte en un juego de Tetris humano. Colarse es un arte, pero los Godínez tienen el don de adaptarse a cualquier situación.

  1. La contorsión mágica: Al intentar subir, te conviertes en el contorsionista del bus, mientras un caballero (o una dama) que no ha visto el concepto de “espacio personal” se asegura de que no te vayas a caer, con el pie en tu zapato.
  2. La conversación with benefits: Luchando por acomodarte, un compañero de ruta decide que es el momento perfecto para entablar una conversación sobre el clima. ¡Oh, feliz día! ¡Aún mejor que un café! Entonces, ahora no solo sudas y estás presionado como sardina, sino que también te ves obligado a ser el receptor de una charla que no necesitas.
  3. La parada trágica: De repente, el conductor decide que hoy es un buen día para hacer la parada más larga de la historia en cada esquina. Te han prometido que faltan 10 minutos y acabas atrapado en una especie de realidad alterna donde el tiempo se detiene.

La gran llegada

Después de lo que parecieron 10 siglos (estamos hablando de meses, amigos), logras llegar a la oficina corriendo como un buen Godín que buscas rescatar el bono de puntualidad. Entrar a la oficina media hora tarde significa doble cara del jefe y el recordatorio de estar a tiempo. ¿Acaso no se dan cuenta del suplicio de los transportes?

La anécdota para la semana

Finalmente, después de una mañana de luchas y desdichas, lo que queda es la historia que contar en la hora del café. La conversación comienza con: “No lo vas a creer…”. Los demás Godínez asienten con empatía mientras comparten sus propias batallas y las técnicas que han desarrollado para tratar de salir vivos del caos del transporte público. Es aquí donde la camaradería del ser Godín realmente brilla.

Conclusión: Ser Godín y sobrevivir al mugroso camión

Así que, la próxima vez que sientas que el mugroso camión te está tomando el pelo, recuerda que todos los Godínez están en la misma lucha. Ser parte de este clan significa que cada día es una nueva aventura, llena de momentos absurdos y divertidos que, aunque puedan ponerte en riesgo de perder el bono de puntualidad, también te regalan anécdotas para la vida. Al final del día, lo que cuenta no es solo llegar a tiempo, sino el recorrido que hiciste para llegar.

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Bloguera de hueso colorado desde el 2008. Porqué siempre hay algo que decir yes@elblogdeyes.com

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