Ícono del sitio El Blog de Yes

Zapatos dolorosos

Nunca vuelvo a usar esos zapatos dolorosos, nunca, nunca, nunca de los nuncas y esta vez estoy segurísima de decir nunca más, pero esto es cosa que digo cada año que me los pongo desde que me compre esos zapatos que se ven casuales para salir, digo no puedo tener únicamente tenis, así que no los uso mucho por obvias razones, sino hasta que pasa el tiempo suficiente para olvidar cuanto los odio, solo así olvido mi promesa de NUNCA MÁS USARLOS.

Claro, son muy bonitos no puedo negarlo, pero son asquerosamente dolorosos e incomodos, me pregunto, ¿por qué las cosas de apariencia más hermosa nos hacen sufrir tanto?, acaso es una ironía de la vida o simplemente las cosas bellas son dolorosas por causa, como las rosas, ¿se imaginan una rosa sin espinas?, eso sería interesante.
Mejor entender de una buena vez que las cosas bellas nos hacen y nos harán sufrir siempre, así que uno puede evitarlas de plano, o simplemente hacerse adicto a ese dolor/belleza que para algunos es muy estimulante, supongo que todo regresa a la misma premisa, la belleza cuesta y duele.

Por eso yo siempre he sido partidaria de lo natural, digo, no soy tan masoquista como para disfrutar sufriendo mientras soy bella, por ello soy como soy, natural, sin complicaciones y sin sufrir de torturas arreglándome para verme bien, si ya soy bella así como soy, para que sufrir un poco más, arreglando cabello, usando ropa incómoda o teniendo que soportar 5 horas zapatos que me van a matar por esas horas y los días posteriores; morir siendo bella o disfrutando de lo bello, no es cosa mía, prefiero una vida natural, simple y sin complicaciones que morir apreciando lo más bello de esta vida.

La verdad es que yo no soy partidaria del dolor o andar sufriendo por gusto y menos cuando esta vida es tan corta, yo prefiero disfrutar de todo lo que hago, de las personas con quienes estoy y obviamente no me voy a poner a sufrir por culpa de unos zapatos, sin importar que bellos sean, que me hagan ver más larga, más estilizada, en onda, hermosa y con torneadas piernas que parecen esculturas griegas, mmmmmm, espérenme tantito.

Tener unas piernas así, si lo ponen de esa manera, pues como que si está para pensarse. Digo, tengo unas piernas bien bonitas, pero esa descripción me hace evaluar si es conveniente decirle nunca a los zapatos, zapatillas o botas que ofrecen tales resultados.

No sé, tal vez decir nunca sea una gran exageración; ergo, a veces se necesitan esos zapatos de acuerdo al out fit en cuestión, digo, no siempre voy a poder andar en tenis o zapatos cómodos de piso. Habrá ocasiones y atuendos que exijan un poco de más formalidad en el calzado, además esos horriblemente incómodos zapatos hacen lucir a una persona impactante, ese es el paso que me hace falta para dejar de lucir ordinaria y verme fuera de este mundo. Tal vez eso sea lo que necesito, unos zapatos incómodos, además de todo el atuendo que complementa esos zapatos. No debo olvidar que la belleza cuesta.

Que por cierto, yo debo de ser de las pocas mujeres con menos pares de zapatos, unos cuantas botas, unas cuantas zapatillas y unos zapatos de piso son todo lo que tengo y algunos tenis por supuesto y ahí terminan mis posesiones de calzado, que deben ser como unos 15 pares en total. Seguro los hombres dirán, “Ay no manches, son muchos yo tengo 3”, pero para una mujer esa cantidad de zapatos es ínfima; que puedo decir, yo no soy muy femenina que digamos, nací sin ese gen.

Ok, normalmente soy bien fodonga, a veces uso como eufemismo de eso la palabra natural, tal vez por eso, cuando uso zapatos de vestir o con taco alto, sufro, como el sábado pasado. Ese día tenía ganas de pasear, de verme muy bonita, de arrancar suspiros y hasta conseguir ligue, jajajajaja, bueno pues, sólo me quería verme bella, así que busque ropa coquetona, algo para medio día y disfrutar de la tarde soleada del sábado.

Y ya estaba yo vestida impactante, bueno, más de lo normal que acostumbro yo, y justo antes de salir, le pregunto a mi mama ¿cómo se ven estos zapatos?, yo ya sabía que la respuesta era “horribles”, pero de todas maneras pregunte y su cara lo dijo todo, mis viejos y cómodos zapatos de piso, se veían fatal con lo demás. No es que sea vanidad, pero ciertamente hay zapatos que desmadran todo tu look, así que pues tienes que regresar a cambiártelos.

Así que fui a buscar algo que combinara y me diera más formalidad, y los encontré, pero resulta que desde el minuto 15 que los tenía puestos, yo ya estaba arrepentida con ganas de regresar a casa y ponerme unos tenis, pero ya se me hacía tarde, por lo que tuve que seguir adelante y a cada paso maldiciendo mis zapatos, pero pensando “vaya que son lindos”

Supongo que una vez al año puedo verme bien y aguantar ese sufrimiento.

Salir de la versión móvil