Yo creía que era viernes, pero es sábado
Siempre quise ser una persona organizada, esa que lleva una agenda impecable y que nunca pierde la noción del tiempo. Pero, aquí estoy, con una taza de café en la mano y la firme creencia de que hoy es viernes. Eso hasta que abro la ventana y veo el sol brillando con un optimismo que solo podría asignarse a un sábado. En ese preciso momento, la ilusión se desvanece como el último trozo de pizza en una reunión de amigos: rápido y sin piedad.
La semana avanza a su propio ritmo, y yo, tratando de seguirle el paso, me encuentro cada viernes con la expectativa de la libertad total del fin de semana. Me imagino a mí misma entregando el trabajo, como si estuviera en la última escena de una película épica. Pero, ¡sorpresa! Le pregunto a mi compañerx qué planes tiene para el “fin de semana” y me dice: “No, hoy en realidad es sábado”. Ahí es donde mi cerebro hace un corto circuito y se pone a repasar toda la semana en busca de errores de cálculo.
Tengo que admitirlo: la confusión entre viernes y sábado es una batalla constante en mi vida. Es como si, después de haber hecho un maratón de trabajo, mi cuerpo dijera: “Mira, amiga, te ganaste un día extra de descanso, y yo te lo voy a dar, aunque tú no lo entiendas”. Tantas veces me ha pasado que empecé a pensar que el universo estaba jugando conmigo. Tal vez hay un conspirador detrás de todo esto, un ninja del tiempo que decide mezclar los días solo para que me sienta viva.
A veces, se siente como un cruel juego de “¿qué día es hoy?” en el que soy la única competidora. En la mayoría de los casos, mis planes para el “viernes” se transforman en una especie de fiesta improvisada el “sábado”, lo que significa que termino cenando pizza (de nuevo) mientras me pongo al día con mi serie favorita, pensando que al día siguiente todo lo que haré será hacer compras y preparar para el inicio de una nueva semana.
De repente, el “domingo” se convierte en un día lleno de ansiedad: la antesala del lunes y el regreso a la realidad. Así que, me adapto, me río y cuento mis bendiciones por tener un día extra de tregua, aunque me implore a mí misma que la próxima semana me comprometeré a revisar el calendario como si fuera la prueba más importante de mi vida.
Sin embargo, no hay mal que por bien no venga. El “sábado” es un recordatorio de que, a veces, la vida es demasiado corta como para estar atada a una rígida estructura semanal. Así que, aunque hoy creía que era “solo un viernes”, me doy cuenta de que soy afortunada de tener otro día para disfrutar, (aunque sea uno en el que igual abra la ventana y me sorprenda el sol).
Así que, a todos mis compas de confusión, ¿quién más está en la misma situación? Puede que nunca tengamos claro qué día es hoy, pero sí tenemos la certeza de que el fin de semana siempre promete una buena dosis de diversión, y eso es lo que realmente importa. ¡Feliz sábado para los que seguimos creyendo que hoy es viernes!