Cuando te dices: Tengo que cumplir lo que digo
¡Ah, la famosa frase de autoconvencimiento! Esa perla de sabiduría que todos hemos dicho frente al espejo, mientras nos arreglamos o nos preparamos para un maratón de series (si, “maratón” es un término muy flexible). Pero, seamos sinceros, cumplir lo que decimos suele ser tan fácil como encontrar un calcetín en la lavadora que no ha sido devorado por ese misterioso agujero negro que todos conocemos.
La Declaración Heroica
Primero, hacemos la declaración: “¡Esta vez es diferente!” Te miras al espejo con esa mirada decidida que solo se ve en los filmes de acción. Tienes que cumplir lo que dices, sin duda. Pero tan pronto como te das la vuelta, te das cuenta de que “esta vez” es, de hecho, el día 453 de “Yo debería ir al gimnasio”. Pero, ¿quién necesita un gimnasio cuando el sofá es tan acogedor, verdad?
La Lista de Propósitos que No Cumpliste
Ya hemos pasado por esto: el 1 de enero, lleno de entusiasmo, preparas una lista de propósitos: “Este año comeré saludable, haré ejercicio, seré más productivo.” Avanza hasta el 12 de enero y te encuentras a ti mismo devorando pizza mientras miras el último reality show sobre gente que también tiene problemas para cumplir lo que dicen. ¿Y lo peor? Te dices a ti mismo: “Es solo un pequeño desliz. ¡Mañana sí lo haré!” Y pronto la lista se convierte en una obra de ficción como “Cien años de soledad”.
“Un Fácil Cambiazo Diario”
Cada día, cuando dices: “Es el día en que lo hago”, te arrastras hacia tu computadora y abres las redes sociales. Eso sí es un verdadero deporte extremo. Solo cinco minutos en Instagram se convierten en tres horas de ver gatos, influencers de fitness (que sí, también son humanos, pero nosotros sabemos que tienen un castillo en el mundo de la motivación) y recetas de cocina que parecen sacadas de un programa de televisión gourmet.
La Terapeuta Interior
Y entonces está el diálogo interno, tu terapeuta emocional. “¡Vamos! No te rindas, el mundo necesita saber que puedes hacer esto.” A lo que la pereza responde: “Sí, pero el mundo también necesita que permanezcas cómodo y a salvo en casa, ¿no crees?” Todo se convierte en una guerra de voluntades, y tu cama tiene claramente la ventaja.
El Encuentro Final: Aceptación
Al final, llegas a un acuerdo contigo mismo. “Está bien, lo intentaré de nuevo mañana.” Porque, admitámoslo, a veces el verdadero logro es simplemente reconocer que es completamente normal no cumplir con todo lo que decimos. Así que decides que, en lugar de ir a correr, puedes hacer ejercicio de una manera legítima, como levantarte del sofá para buscar un refrigerio en la cocina. ¡Misión cumplida!
Cuando te dices: “Tengo que cumplir lo que digo”, simplemente estás reafirmando tu lugar en el club de la humanidad, donde todos luchamos con la misma batalla. La realidad es que está bien no cumplir con todas nuestras promesas. A veces, la vida es más sobre disfrutar de la pizza, reírnos de nosotros mismos y recordar que todos somos un trabajo en progreso. Así que, mientras te sigas diciendo: “Mañana lo haré”, ¡al menos pasemos hoy riendo un poco en el camino!
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Nada que ver, pero gracias por el comentario Armando