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Ir a la peluquería y que te dejen pelona

Ir a la peluquería es una de esas aventuras que puede ser tan emocionante como aterradora. Desde la primera vez que pones un pie en ese lugar, rodeado de espejos, sillas reclinables y un aire que huele a champú de coco y drama capilar, sabes que algo grande está por suceder. Pero lo que nunca te cuentan en las películas de comedia romántica es que a veces, la experiencia puede terminar con una frase que resonará en tu mente durante días: “¡Me dejaron pelona!”

Hablemos de esas veces en las que llegas con Rambo en la cabeza, confiando en que una simple capa de cabello va a modificar frívolamente tu destino. Te sientas en la silla, a la espera de ese cambio radical que te hará lucir como la versión más espectacular de ti mismx. Llevas la foto de tu celebridad favorita y un par de palabras mágicas como: “sólo un poco”. Pero lo que empieza como una búsqueda de la perfección, puede terminar en la peor pesadilla capilar.

Imagínate esto: el estilista empieza a cortar, y tú, con todo el optimismo del mundo, piensas que lo que se va es solo un par de centímetros. Pero a medida que el sonido de las tijeras corta el aire, empiezas a sentir que el viento sopla y tu largo cabello se aleja como si estuviera firmando un contrato de separación. Ya no se siente como un simple recorte; es todo un drama de telenovela en el que te sientes como un personaje que acaba de perder su fortuna.

Y aquí viene la reflexión final: esa sensación cuando ves que el espejo refleja una imagen familiar, pero sólo porque ya se ha ido el cabello que conocías. Piénsalo bien; ¿quién le dice a los peluqueros que “un poquito” es un concepto subjetivo? Porque en el sistema métrico de “un poco”, muchas veces parece que se traduce a “dame una máquina de afeitar, que haremos historia hoy”.

La mayoría de nosotrxs hemos estado allí, sintiendo que la vida social termina porque nos dejxron pelona. Pero, al final, esta es una experiencia que une a las personas. Es como un club secreto donde todos compartimos anécdotas de pelo perdido, y en lugar de llorar, podemos reírnos de esas decisiones impulsivas. Así que la próxima vez que salgas de la peluquería sintiéndote como un/una guerrero/a de la temporada de frío, recuerda: al menos tienes una historia más que contar sobre ese nuevo ‘look’ de pelona que no pediste, pero que, decididamente, has estrenado como un estandarte de valentía. ¡Vamos a lucirlo con orgullo!

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Bloguera de hueso colorado desde el 2008. Porqué siempre hay algo que decir yes@elblogdeyes.com

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