Ser el amigo intenso que nadie quiere tener
Qué horror no, ser el intenso del grupo, el que se clava con los rollos más estúpidos, el que siempre está reclamando, está sentido o pensando como los demás se aprovechan de su enorme amistad y gran generosidad, ah y eso no es todo, porque el amigo intenso también podría ser ese que se emociona demasiado y a toda costa quiere formar parte de la diversión, ese que quiere encajar y estar integrado en todas las actividades que hace su grupo de amigos, en pocas palabras ser ese que se entusiasma y mucho por formar parte de algo.
Súper horrible debe ser, ser esa persona.
Puede parecer raro, pero el amigo intenso oscila entre los dos polos, el exigente demandante mega sentido o en el espectro opuesto el entusiasta pegoste que siempre quiere participar. Dos personalidades distintas que siempre son etiquetadas como el amigo intenso, y lo que extiende este misterio es que el amigo intenso puede ir de un extremo al otro.
Y nadie quiere ser esa persona en su grupo, nadie, o bueno, de forma consciente nadie lo hace, y eso es lo que nos frena.
Hace muchos años, en el año 2000 salió una peli, Al diablo con el Diablo, protagonizada por Elliot, el amigo intenso que deseaba con todo su corazón formar parte de algo, y con la misma intensidad que lo intentaba las otras personas lo repelían.
En mi mente se grabó este personaje y me di cuenta que muchas veces, cuando queremos formar parte de algo, sin darnos cuenta nos convertimos en ese amigo intenso, nos convertimos en Elliot y desde entonces siempre me repito: No seas como Elliot.
Tal vez este mal aplicar consejos de vida de una película protagonizada por Brendan Fraser, pero de alguna manera me pego esa moraleja para darme cuenta que hay que contenernos; tal vez esa lección aprendida hace 18 años me haya traído malas costumbres, desinterés y poca participación en mis círculos, pero, ¿cómo podrían culparme?, yo no quiero ser la amiga intensa de nadie.
Creo que eso es lo que, a mí, particularmente, me contiene en todas mis relaciones, desde amistosas hasta románticas, y la idea de hacer el oso (sin sonar fresa) siendo la amiga intensa del grupo, hace que entre en pánico, y mi instinto de supervivencia eche el mecanismo de emergencia en el que mi sentido del orgullo evita que me relacione demás con las personas.
Pero no soy la única que se contiene para evitar ser el amigo intenso que nadie quiere tener, nos pasa a todos y muchas de nuestras relaciones actualmente son súper superficiales porque tenemos miedo a ser intensos, entusiastas o sentidos.
Si, últimamente nos contenemos porque está mal ser entusiastas o por el otro lado sentidos, pero ¿qué pasaría si dejáramos de contenernos y dejara de darnos miedo ser el amigo intenso?, tal vez se pierdan muchos amigos, pero por otro lado se ganen amistades más profundas y duraderas dónde participas más de una forma más activa en la vida de las otras personas.