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Seis maneras de mantener tu cuerpo joven y saludable

El mundo de la moda y la industria del bienestar están repletos de guías sobre “Cómo mantenerse joven” que aseguran tener el secreto de la eterna juventud. Pero lo cierto es que no existen secretos ni trucos, más bien consejos de sentido común que todos deberíamos seguir para cuidarnos a medida que envejecemos para mantener nuestros cuerpos jóvenes y saludables.

Socializar

Si bien se desconoce el motivo científico, se sabe que la soledad acelera el proceso de envejecimiento y contribuye a la demencia, la depresión y las enfermedades cardíacas.

Probablemente se deba a que los seres humanos somos animales sociales, por lo que estamos diseñados para sufrir cuando nos separamos de un grupo durante un largo período de tiempo.

Los expertos recomiendan socializar de vez en cuando para aprovechar los beneficios de estar rodeado de gente, como la liberación de endorfinas y la sensación de seguridad.

Trabajar como voluntario es una opción, así como unirse a grupos de encuentro para practicar algún pasatiempo en común.

Hacer entrenamiento de resistencia

Todos conocemos los beneficios para la salud que aportan actividades comunes como correr o montar en bicicleta, pero existe un tipo de ejercicio que a menudo pasamos por alto, y que sin duda es excelente para nuestra salud.

El entrenamiento de resistencia es una forma estupenda de aumentar la fuerza, la flexibilidad y evitar enfermedades peligrosas. Pero, ¿qué es?

Se trata de cualquier actividad enfocada a mejorar la fuerza, pero no necesariamente implica el levantamiento de pesas. Las opciones más populares son el taichí o el yoga, actividades que tratan tanto de mejorar el equilibrio y la capacidad funcional como de hacernos más fuertes físicamente.

Evitar los cigarrillos

Existe la idea errónea de que fumar reduce el hambre, lo que ayuda a conservar la figura. Esto no solo es falso, sino también peligroso.

Privar a nuestro cuerpo de nutrientes en favor de los efectos nocivos del tabaco acelera el proceso de envejecimiento y puede incluso hacernos engordar al ralentizar nuestro metabolismo.

Además de los efectos físicos obvios, fumar es perjudicial para nuestra salud mental, haciéndonos más propensos a experimentar otros problemas de comportamiento como la ludopatía y el alcoholismo.

En resumen, el tabaquismo acelera el proceso de envejecimiento en todo el cuerpo y también contribuye al deterioro cognitivo.

No obsesionarse con los “superalimentos”

Los manuales de salud y bienestar suelen recomendar la ingesta de maravillosas bayas y semillas que contienen el secreto de la eterna juventud por sus propiedades antioxidantes y antiinflamatorias, pero no debemos obsesionarnos con ellas.

La clave está en llevar una dieta variada y rica en plantas que incluya “superalimentos” pero también cantidades abundantes de alimentos menos de moda, como las lentejas y los garbanzos.

Los superalimentos tienen buena fama porque quienes los consumen suelen tener excelentes hábitos dietéticos y de ejercicio. Debemos reconocer sus beneficios, pero asegurándonos de que nuestra dieta no gire en torno a ellos.

Prepararse para controlar la menopausia

La inevitable llegada de la menopausia influye en el proceso de envejecimiento, pero no tanto como se piensa.

Aunque el cuerpo pierde estrógenos y calcio, podemos consumir alimentos ricos en nutrientes para contrarrestar estos efectos. Por ejemplo, la leche, el queso y el pescado son alimentos ricos en calcio y vitamina D.

También es fundamental reducir las grasas saturadas y la sal porque contribuyen a los efectos debilitantes asociados a la menopausia, como la osteoporosis y las enfermedades cardíacas.

Otra opción es la terapia hormonal sustitutiva (THS); está demostrado que el tratamiento reduce el riesgo de lesiones óseas, pero puede aumentar el riesgo de coágulos de sangre y algunos tipos de cáncer.

No obstante, ante la duda, lo mejor es acudir a un especialista.

Dormir bien

El sueño es la cura de muchas enfermedades, pero existe la creencia errónea de que necesitamos menos horas de sueño a medida que envejecemos. Esto es falso, según varios estudios se recomienda mantener la cantidad óptima de siete a ocho horas cada noche.

De hecho, no dormir lo suficiente contribuye al deterioro cognitivo, la ansiedad y la depresión. De modo que, cuando envejecemos, de hecho, necesitamos más horas de sueño.

Si te resulta difícil dormir bien, prueba con rutinas relajantes antes de acostarte para tranquilizar tu mente y lograr el tan anhelado descanso.

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