¿Qué soy masoquista?
La vida está llena de dilemas y preguntas existenciales, pero hay una que a veces nos provoca una sonrisa nerviosa: ¿soy masoquista? A veces, parece que hay un magnetismo irresistible hacia opciones que, a primera vista, no son las más beneficiosas. Desde eso que conocemos como “el placer del sufrimiento” hasta las decisiones que nos hacen preguntarnos cuán locos podemos llegar a ser, el término masoquismo puede tomar muchas formas en nuestra vida cotidiana.
El Masoquismo en la Vida Diaria
Para empezar, es importante entender que el masoquismo no solo se refiere a situaciones extremas o prácticas poco comunes. En realidad, todos, en algún momento, nos hemos comportado de maneras que podrían considerarse un poco masoquistas. ¿Quién no ha continuado viendo una serie que claramente se ha vuelto mala, solo porque ya ha invertido tanto tiempo en ella? Eso es un clásico. No podemos evitar a veces decirnos: “A lo mejor en el siguiente episodio mejora…”. Esa es la esencia de ser un poco masoquista en la vida moderna.
- La comida reconfortante: Piensa en esas ocasiones en las que has decidido ir a un buffet de comida rápida sabiendo muy bien que te sentirás pesado después, pero aun así te lanzas a la aventura. Te preguntas: “¿Por qué me hago esto?” pero la respuesta es simple: ¡el placer de devorar esa deliciosa comida!
- Las relaciones complicadas: Todos hemos estado ahí. Atraídos a ese tipo de persona que nos causa un mar de emociones, altas y bajas que nos dejan exhaustos, pero seguimos regresando a esa montaña rusa. En esos casos, ¿realmente soy masoquista o simplemente disfrutamos del drama?
El Placer del Dolor
La relación del ser humano con el dolor es verdaderamente fascinante. Muchas veces, el sufrimiento trae consigo un sentido de logro. Ya sea al asistir a un entrenamiento que nos deja adoloridos o al completar un proyecto que requirió semanas de dedicación, a menudo el dolor es el precursor de un gran placer. Así que nos preguntamos: “¿Soy masoquista por disfrutar este tipo de sufrimiento?” La respuesta podría ser un “quizás” divertido.
La idea de “justo un poco de dolor” puede también aplicarse a otros aspectos, como ver películas que son incapaces de dejarnos indiferentes. Esa sensación de tristeza profunda tras ver una película emotiva puede ser algo que algunos buscan intencionalmente. La experiencia de soltar algunas lágrimas y después sentirse purificado es un buen ejemplo de cómo el dolor también puede tener un lado positivo.
La Comedia del Masoquismo
Dentro de la vida cotidiana, el soy masoquista también puede manifestarse de manera hilarante. ¿Alguna vez te has forzado a ver una película de terror sabiendo que no soportas los sustos, pero la curiosidad te puede? Cada salto te hace gritar, y al final, lo más intrigante es esa mezcla de terror y risa que compartes con tus amigos.
- Los memes: La cultura de los memes a veces refleja este comportamiento masoquista. Aquellos que publican situaciones dolorosas y se ríen de ellas cobran vida en la web, haciéndonos preguntarnos si quizás nos estamos autoinfligiendo dolor al reír de estas desgracias ajenas.
- Las experiencias extremas: Imagina pasar por un parque de diversiones y decidir subir a la montaña rusa más aterradora. La adrenalina puede llevarte a gritar, pero al bajarte, te sientes tan vivo. ¿Es esto masoquismo? Seguramente algún tipo de placer se entrelaza con el sufrimiento, creando una experiencia inolvidable que nos mantiene volviendo por más.
Así que, cuando te encuentres en medio de esos momentos en los que piensas “¿Qué soy masoquista?”, recuerda que la vida a menudo se trata de disfrutar y aprender de las experiencias, incluso si algunas son un poco dolorosas. Reírse de nosotros mismos y de nuestras decisiones puede ser la mayor satisfacción. Afrontar esos momentos con una sonrisa es la mejor manera de entender que el masoquismo puede ser simplemente una forma divertida de vivir la vida. Así que, ¡a seguir disfrutando esas decisiones locas y a abrazar el placer del sufrimiento con humor!
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