Perdonar
El arte de dejar ir las cosas
Según yo, para mí perdonar era una de las cosas que más fácilmente puedo hacer, solo es perdonar, una palabra simple de acciones simples que muestra un espíritu noble; pero no solo eso, el simple hecho de perdonar habla mucho sobre la madurez y evolución intelectual de una persona y todos creemos estar muy evolucionados. Por ello supongo que todos creemos que perdonar es uno de los actos bondadosos más fáciles de hacer, algo natural que dice mucho de nuestro carácter compasivo, algo que todos podemos hacer; simple, está en nuestra naturaleza evolucionada perdonar.
Así que solemos decir y pregonar que perdonamos, y lo hacemos realmente con la convicción de que somos capaces de hacerlo, o eso creemos hasta que nos toca perdonar a alguien que nos lastimó. Además, supongo que en estos tiempos, en los que siempre pedimos perdón por todo, para todo y a cada rato, seguro se nos hace fácil hacer del perdón un verbo que aplica para todo.
Digo, creo que ya en la actualidad las 3 frases más dichas deben incluir una cuarta:
Con permiso, por favor, gracias y perdóname
Esos son los nuevos comodines modernos que socialmente establecemos para todo, entonces lógicamente perdonar debe ser un acto simple, y eso creía yo con toda la certeza del mundo.
Un espíritu noble, magnánimo e intelectual, estaba segura de que eran palabras que describían mi carácter, supongo que todos creemos que somos buenos y podemos sacar eso bueno, supongo que esa es nuestra característica más distintiva; pero siendo realistas todos somos muy humanos, siendo que la definición de humano es todo lo opuesto, para ti, para mí y para los demás.
Es en momentos cuando debemos poner a prueba nuestras cualidades y virtudes, que descubrimos esos opuestos, que descubrimos que no es fácil perdonar y cuando haces un análisis profundo y objetivo, descubres cosas que dan aún más miedo.
No solo no perdonamos, sino que además de eso generamos rencor, odio, molestias, indiferencia que nos persiguen a nosotros mismos y a todas nuestras relaciones futuras; esa incapacidad de perdonar y todo lo que se desprendió de no hacerlo.
Recordar, recordar y recordar en un plan macabro, eso que no podemos perdonar, puede ser una traición, un error, un malentendido, una acción no pensada; lo que sea, el hecho de aferrarnos a esas cosas que nos duelen y fijarlas en nuestra cabeza, solo nos dañan.
Sé que suena fácil decir hay que perdonar para no amargarnos a nosotros y nuestras relaciones con las personas que no podemos perdonar y también a las que nada tienen que ver; sin embargo, sé por experiencia que perdonar no es simple.
A veces lo decimos y queremos decirlos con la intención y con ganas de si sentir ese perdón dentro de nosotros, para que se reestablezca nuestra relación con esa persona de forma rápida e indolora, tratar de ser nuevamente amigos, decimos está bien, te perdono, para ya no seguir siendo presas de una campaña intensa de perdóname, y así finalmente olvidar el asunto.
El problema es que el asunto no se olvida, tal vez se guarda en un rincón de la mente, pero ese rencor y resentimiento está a flote para recordarte que no has perdonado y que esa persona no es digna de tu confianza, que en cualquier momento te va a fallar y terminaras echándole en cara a esa persona sus errores para todo, por todo siempre que puedes.
Pero recuerda, esa forma pasivo-agresiva de vivir solo erosiona las relaciones, y ambas personas solo están esperando lo peor, así cualquier comentario es un insulto, es un sarcasmo o está recordando un error viejo, porque la persona no fue capaz de perdonar, no fue capaz de olvidar.
Lo digo en serio, perdonar es el arte de olvidar y seguir tu vida, como si eso no hubiera pasado de tal manera que no hay reclamos que echar en cara o culpas que limpiar, perdonar es un arte que no todos practicamos.
No es fácil hacerlo, pero si no perdonamos nos condenamos a vivir en el lado oscuro, y no en un buen sentido.
Y seguro piensas como yo, que pensaba que era super hippie y buena vibra y que nunca guardo rencor, pero recientemente descubrí que eso no es cierto, que también he fallado y que no dejo ir las cosas tan fácilmente. Que me enfrasco en los errores de los demás de una manera implacable y por más que intentaba perdonar, no podía hacerlo, simplemente no podía hacerlo.
Hasta que un buen día me dije “Yesica, ya no mames, neta, no mames, perdona y olvida; y ese perdonar incluye dejar ir las cosas pasadas, pero de verdad dejarlas ir”
Hoy estoy convencida de que esa es la clave para ser felices, perdonar y olvidar, la única manera para ser funcional.
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