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Pararse temprano apesta

Ah, la hermosa y cruel realidad de pararse temprano. ¿Quién puede decir que le gusta? Para muchos, la idea de salir de la cama antes de que salga el sol es tan atractiva como un lunes por la mañana. Si alguna vez te has despertado a las 7 a.m. para ir al trabajo o a la escuela después de una noche en vela, sabrás exactamente de qué hablo.

La pesadilla del despertador

Lo primero que hay que enfrentar en esta lucha matutina es el maldito despertador. Esa máquina de tortura que suena justo en el momento en que estás teniendo el mejor sueño de tu vida, soñando que eres un exitoso astronauta o el protagonista de una telenovela dramática. Tu primer instinto es ignorarlo, restablecer la alarma y pensar: “Solo cinco minutos más”. Después de esta batalla mental, finalmente te decides a levantarte. Pero, ¿lo haces realmente? No, te vuelves a acomodar como un burrito de cobijas, como si fueras a ganar un campeonato de resistencia en la cama.

Las consecuencias de la desvelada

Y, por supuesto, las noches de desvelo no ayudan. ¿Por qué es que todos nos vemos atrapados en un ciclo de maratones de series y memes infinitos? Pasamos horas perdiendo el tiempo en redes sociales o atrapados en un episodio más de esa serie que “necesitamos” terminar. Luego, cuando se vuelve a tocar el timbre del despertador, la culpa y el arrepentimiento se apoderan de ti. La verdad es que pararse temprano después de una noche de locura se siente como un castigo. Te miras en el espejo y te das cuenta de que tu reflejo es un zombie extraído de una película de terror.

Rutinas matutinas que infunden miedo

Cuando logras salir de la cama, llega la siguiente fase: tu rutina matutina. La cocina se convierte en un campo de batalla donde los beneficios del café y un desayuno balanceado se enfrentan a una tripulación de tostadas quemadas y batidos fallidos, mientras intentas encontrar algo que ponerte. Cualquiera que sugiera una rutina matutina como una forma de contribuir a una vida saludable, claramente nunca ha tenido que lidiar con un perro que quiere salir a pasear o un gato que necesita atención preferencial.

El dilema de la vestimenta

Y hablemos de la vestimenta. ¿Por qué es que, a las 7 a.m., todas nuestras prendas parecen haber sido atacadas por algún tipo de hechizo que las hace invisibles en el clóset? Terminas utilizando lo que sea que esté más cerca: una camiseta de hace cuatro años con un logo que ni recuerdas y esos pantalones que, la última vez que te los pusiste, pensaste que eran cortos de tanto lavar. Es una lucha constante para convencerse de que “hoy será un buen día” cuando, en realidad, todos sabemos que son las 7 a.m. y aún no has tenido un sorbo de café.

Memorias nocturnas vs. realidades diurnas

Finalmente, sales a la calle, un zombie adormilado, mientras los que han tenido una especie de afortunado despertar se ven enérgicos y felices. Ellos han disfrutado de un despertar saludable, con jugo fresco e incluso un poco de yoga. Y tú, con la mirada perdida y el cabello revuelto, no puedes hacer otra cosa más que intentar recordar si de verdad existe un universo donde levantarse temprano no sea sinónimo de sufrimiento.

Así que aquí estamos, reflexionando sobre la ironía: pararse temprano apesta, pero todos sabemos que también es parte de la vida. Lo importante es recordar que siempre hay un próximo día, un nuevo amanecer y, por supuesto, otro intento de hacer que esos primeros minutos matutinos sean un poco menos horribles. Al final, quizás la clave está en encontrar la manera de reírnos de esta circunstancia. Así que la próxima vez que sepas que te toca madrugar, hazlo con humor y, tal vez, un café extra fuerte.

Yes

Bloguera de hueso colorado desde el 2008. Porqué siempre hay algo que decir yes@elblogdeyes.com