No tengo hijos, tengo perros, más costosos y estresantes
La vida es un viaje lleno de decisiones, y para muchas personas, la elección entre tener hijos o tener perros se convierte en un dilema muy divertido. Algunos optan por la compañía de un perro, pensando que será un camino más sencillo, pero rápidamente se dan cuenta de que tengo perros puede resultar tan costoso y estresante que podrían replantearse su decisión inicial.
El encanto de adoptar un perro
Al principio, tener perros parece ser la solución perfecta. Nos llenan de amor, son nuestros mejores amigos y siempre están listos para jugar. No hay tardes aburridas cuando tenemos un perro a nuestro lado. Sin embargo, las primeras noches de su llegada pueden ser todo menos un paseo por el parque. Desde el momento en que llegan a casa, los cachorros nos sorprenden con su energía ilimitada, y mientras más conocidos nos hacemos de su comportamiento, más descubrimos que realmente tengo perros implica una serie de desafíos inesperados.
Costos inesperados
Una de las primeras lecciones que aprenderemos tras hacer la elección de tener perros es que la inversión inicial es solo la punta del iceberg. El costo de la comida, los juguetes y, por supuesto, las visitas al veterinario pueden rápidamente sumar una cantidad considerable. A continuación, algunos gastos que podrían deslumbrarte:
- Alimentación: Desde croquetas premium hasta premios especiales, la dieta canina puede ser más cara que la nuestra.
- Salud: Vacunas, desparasitaciones y cuidados médicos no suelen ser baratos.
- Adiestramiento: Las clases para educar a nuestro peludo amigo son esenciales, pero también implican un gasto significativo.
- Seguro para mascotas: Una opción cada vez más popular que, aunque es un buen respaldo, representa otra partida en el presupuesto.
Cuando hacemos la cuenta, podemos preguntarnos si en vez de perros, deberíamos haber optado por un robot aspirador… ¡también, ellos no ladran!
Estrés: el compañero inesperado
Aparte de los costos, el estrés es otro aliado ineludible en esta jornada. Pensamos que, al no tener hijos, podríamos tener más libertad, pero la realidad es que tengo perros viene con un conjunto único de responsabilidades. No hay que olvidar las salidas a pasear bajo la lluvia o los gritos de “¡no!” cuando el perro decide jugar en el jardín ajeno.
- Rutinas descontroladas: La salida para hacer sus necesidades se vuelve un contingente obligatorio, sin el que no podemos salir.
- Fiestas y vacaciones: A menudo, los dueños de perros se ven limitados por sus planes, ya que no pueden dejar a su fiel amigo en cualquier lugar.
Este tipo de situaciones ponen a prueba nuestra salud mental y, a veces, el amor que sentimos por ellos se enfrenta a una paciencia que probablemente nunca hemos ejercitado.
En medio de los desafíos y las risas (sí, siempre hay risas), finalmente entendemos que tener perros se convierte en un viaje que vale la pena. Aprendemos a ser responsables, a planear y a sacrificar un poco de nuestra comodidad para darles la mejor vida posible. Al final del día, si bien es probable que algunos días lleguemos a sentir que nuestros perros nos estresan más que un hijo, la incondicionalidad que nos brindan compensa cada centavo y cada segundo de nuestro tiempo.
Así que, si te encuentras en la encrucijada de “¿tengo hijos o tengo perros?”, recuerda que, incluso si la ruta con los perros puede ser costosa y estresante, también está llena de amor, lecciones y momentos inolvidables que te acompañarán por siempre. ¡Adelante, feliz dueño de perro!