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Me quede afuera de mi casa, otra vez y me paso algo muy gracioso

Hasta parece algo cíclico, no sé, cómo una especie de deja vú, que se repite cada determinado tiempo, para recordarme que las llaves me las tengo que pegar a la cabeza y no debo de salir sin celular nunca por ningún motivo. Espero que después de la loca aventura que viví intentando entrar al edificio, me sirva de lección para nunca, nunca, nunca más olvidar las herramientas necesarias para entrar a mi casa, bueno, al depa.

Y ayer me pasa la anécdota más graciosa del mundo, tan extraña y tan increíble que todos jurarían que es una escena de una comedia romántica, protagonizada por la actriz de moda; y no digo que yo sea la actriz de moda, para nada, sino porque en esas películas pasan cosas tan tontas, tan irreales y tan poco probables de suceder, que solo porque sale la chica más guapa del momento nos reímos y vamos a ver dicha película.

Pero voy a dar testimonio de que a veces cocas extraordinarias y graciosas, sí, suceden; tal vez las cosas extraordinarias y fuera de lo común, solo les suceden a personas extraordinariamente fuera de lo común. Tal vez esa sea la clave de mis exóticas aventuras, anécdotas que harían reír a propios y extraños, a presentes y a personas que no estuvieron ni siquiera cerca de verlo; todos ríen, obvio, menos mis papás, ellos se cagan del coraje cada que algo gracioso me suceden, porque afirman que es peligroso.

Pues, la verdad pobres, siento feo por ellos, porque después de 31 años de incidentes de este tipo, siguen preocupándose por mí, en fin, espero que llegue el día en el que lo vean con la misma gracia y risa, con la que yo y los demás lo vemos.

Sin embargo tú estás aquí, para leer mi nueva aventura, me quede afuera de mi casa otra vez, y no entiendo, como yo soy la única que se queda afuera de su casa y le suceden cosas tan malas, tan extrañas y a propósito graciosas; digo, no soy la primera en el mundo que ha olvidado las llaves, pero normalmente los demás tienen suerte y les abren rápido, se dan cuenta de su ausencia y les abren o esperan pacientemente hasta que les abren.

En mi caso, lo normal, aburrido y cotidiano no es opción, bien, me hace reír en retrospectiva a mí y a todos y en el momento a los presentes, pero por dios, que no puede sucederme algo aburrido, por una vez en la vida.

Todo comienza una rica y apacible tarde de domingo de verano, mientras estaba escribiendo el mejor y más grande artículo del mundo de los blogs, un artículo que si hubiera premio al mejor post del año, se lo hubiera llevado. Justo en ese momento, Luna, mi perro bulldog, linda pero hartante, empezó a llorar, luego a gruñir, para pedir atención; y cuando eso pasa, el que sigue en la lista de lloriqueos y gruñidos, en la escala de atención, es mi hermano, exigiendo que se le haga caso a su perrito y se le saque a pasear.

Entonces hice lo que siempre hago, saco a pasear al Luna, y lo hice hasta eso, de buen agrado, pero en las prisas, en los juegos, olvide mis llaves, y ni siquiera pensé en tomar el celular, solo busque su rama con la que le gusta jugar y nos bajamos al jardín. Pero en el momento en el que se cierra la puerta, a mi cabeza vino la imagen mental de mis llaves descansando en el tocador de mi cuerpo; como un extraño pensamiento de certeza, que me hizo entrar en pánico, ese sonido me hizo buscar las llaves sin encontrarlas, solo traía mi chamarra, una rama, una bolsa de plástico para si a Luna le daban ganas de ir al baño y a Luna.

Era lo único que traía.

Así que le di su vuelta y en eso me ponía a pensar, como entraría, si ya sé que mi familia esta sorda y podría explotar una bomba nuclear afuera de la casa y ellos ni en cuenta, así que me temía que nunca me escucharían y menos a mí, que tengo una voz muy sutil, ni aún gritando puedo alcanzar mucho volumen; pero lo intente, gritándole a todas las ventanas de mi casa:

Mamaaaaaaaaaaaa
Papaaaaaaaaaaa
Reneeeeeeeeeeee

Y nadie me pelo, después de rodear el edificio y gritar sin éxito, me fui con Luna, quien solo me sigue sí y solo sí, le quito su palo y se lo enseño para que me siga, decidí esperar afuera hasta que se acordarán de que no estábamos ni yo, ni su adorado perro, mi apuesta era que extrañaran a Luna, pero ni eso, nadie llego, nadie salió.

La neta ya estaba harta de estar afuera y lejos del mejor artículo del siglo, ya hasta había perdido la idea del mejor y más grande artículo; pero en ese momento lo único que quería era entrar, porque es aburrido estar afuera, Luna se quería meter y la probable lluvia que se acercaba me hacía preguntarle a mi inteligente cerebro alguna salida rápida y lo que se me ocurrio fue ir a la caseta de vigilancia a pedir prestado el teléfono.

Pero el plan era arriesgado, Luna no traía correa o collar, y tenía que hacer que me siguiera sin quererse ir corriendo y con cuidado de los vehículos, así que me arme de valor, tome su rama y nos fuimos hasta la caseta, que está a mas menos 1 km de distancia. Veniamos peleándonos, me mordió los dedos, me quito la rama, salió corriendo, venían coches, pero todo estaba en control, hasta que llegamos a la caseta y le pedí al oficial que me prestará el teléfono.

Claro, sin problemas; respondió.

Con una mano marcaba el número de mi casa, con mi cabeza y cuello sostenía el teléfono y con la otra mano, tenía que seguir deteniendo la rama de Luna, justo cuando salto a mi pierna para agarrame bien y quitarme la rama; pero ni ella, ni yo contábamos con que me bajaría por completo los pantalones, haciéndome gritar y que todos se dieran cuenta de que ese perrillo me había bajado los pantalones, en público, para enseñar toda mi pierna. Afortunadamente tengo una buena pierna, afortunadamente tengo la buena costumbre de usar siempre calzones y tengo la fortuna de tener un buen sentido del humor, porque solo pude reír con todos los que vieron aquello.

Debo decirlo, fue gracioso, fue más o menos como una de las escenas de Jessica Alba, y la vergüenza y la risa me persiguieron toda la tarde.

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