Llega un punto en el que ya no quiero escribir
Pero nada, absolutamente nada de nada, llega el punto en el que se seca mi cerebro por completo y toda esa genialidad, chispa y brillantez se esfuma, como si en vez de tener un IQ de 128 puntos fuera solo de 60, sin cultura, sin talento y sin ideas, de esas veces que solo termino tecleando caracteres a lo vil wey, de esas veces que solo digo estupideces y cosas obvias que hasta un mono podría ver, y no, no es gracioso ese bloque creativo que llega inevitablemente después de 5 horas tecleando.
A menos claro está que me forcé 15 minutos después de las 5 horas escribiendo y entonces regresa a mi toda la sapiencia, ideas y anécdotas que me caracterizan, yo y otra más de mis quejas pendejas, pero les juro que esto de los trabajos intelectuales que requieren el cerebro, la creatividad y el ingenio para escribir en no menos de 500 caracteres pero no más de 999 una idea creativa y original, se convierte en uno de los trabajos más difíciles del mundo. Eso de ser escritor y contar algo al lector de una manera inteligente, elocuente y divertida, se convierte en un reto, uno muy difícil que después de unas horas se hace más complejo y complicado, pero claro, esto es como desvelarse y existe un punto, un umbral en el que es muy fácil dejar de dormir.
Cuando tienes entre 3 y 4 horas desvelado sientes el cansancio extremo, pero cuando llegas a las 5 o 6 horas, se hace tan fácil estar despierto que ya ni te das cuenta que nos has dormido, pues así mero pasa con eso de escribir; en un punto puede ser que ya sientas que no tengas nada, absolutamente nada que decir, pero entre más tecleas descubres que todavía existen cosas que no han sido dichas.
Puede ser difícil eso de escribir pero cuando te apasiona hacerlo, incluso escribir sobre temas impuestos por algún editor resulta relativamente simple y solo te hace falta una idea, fuentes y experiencias de vida para que los caracteres te sobren. Lo único que tienes que hacer es superar ese umbral y vencer a la pereza mental, digo, en mi caso cada que estoy frente al monitor a punto de escribir, mi cerebro se pone en modo rebelde y se niega a hacerlo, tanto que a veces cuando estoy en la completa convicción de escribir el libro o los artículos del blog, solo puedo pensar que no tengo nada que decir, que ya no quiero hacerlo y que tengo que distraerme unos minutos con algo más, así que cada día se vuelve más difícil por no decir imposible eso de escribir. Esto de ser escritor es muy complicado y obviamente la paga no ayuda, a menos que lo traigas en la sangre y si en esta vida resulta que naciste para escribir, nada ni nadie lo podrá evitar, mucho menos bloqueos creativos, flojera mental o llevar 7 horas continuas escribiendo, simplemente las palabras fluyen con tanta rapidez y con mayor calidad que cuando comenzaste.
Sobrepasadas las cinco horas, lejos de estar estancado apenas estas calentando motores y listo o lista para escribir sobre cualquier cosa, desde cosas que te gusten y apasionan a temas más complejos o elaborados.
Realmente no me cuesta nada pasar 10 horas sentada en una silla escribiendo, de hecho esa es mi visión del paraíso y la mejor manera de pasar el tiempo, escribiendo, porque me encanta hacerlo.