Las cosas que hacemos
Hoy por la mañana, muy temprano, mientras iba caminando por la estrecha calle que conduce a mi casa, mientras todos iban apurados al trabajo, la escuela o que se yo, mientras iba caminando pude ver a un señor solitario, sentado en la banqueta, con cara de melancolía, la mirada perdida, el espíritu roto y muchos sueños perdidos. Fue en ese momento que por un instante me detuve a contemplar a lo lejos esa escena tan triste, que despertó en mí una gran tristeza, supongo que fue empatía el poder sentir la infinita tristeza de aquel hombre y solo pude sentirme afligida; pero conforme avanzaba por la calle y trataba de entender la historia de ese pobre hombre, mientras me acercaba podía ver algo raro en sus manos y solo tuve que avanzar unos segundos para darme cuenta que era un teléfono celular y aquel hombre de mirada perdida y gran tristeza, solo era alguien que estaba sentado en el piso esperando a que le contestaran el celular.
Solo pude sentirme tonta por unos instantes y al mirar el celular, toda esa empatía, nostalgia y ternura que me había ocasionado el desconocido, desaparecieron mágicamente y me desconecte de ese hombre, digo, que tonta fui, solo estaba hablando por el celular.
Así que como magia, todos esos sentimientos blues que se crearon en esa atmósfera por la mañana, simplemente se esfumaron como si nada, cuando me di cuenta que ese señor era parte de una de las actividades más comunes, superficiales y triviales de la vida: hablar por el teléfono celular.
Y así como si nada seguí caminando por la estrecha calle que llega a mi casa, mientras todos iban muy de prisa al trabajo o la escuela, o que se yo.
Pero mientras iba caminando algo extraño paso y si bien minutos antes había experimentado sentimientos más fuertes, en ese momento solo podía pensar en las cosas que hacemos; mejor dicho, en las estúpidas cosas que hacemos por estar pegados a nuestros celulares y la tecnología de una forma dependiente, enfermiza y tan bien muy obsesiva.
Y me incluyo en esas personas que dependemos tanto del cel, que ahora, si por un descuido, de esos que son raros que pasen, pero llegan a pasar, si llegas a olvidar el celular y ya llevas mucho de tu camino recorrido, eso no importa, te regresas y buscas tu smartphone, porque andar sin uno, es andar indefenso, inseguro y además eso se convertirá en una catástrofe que te lleve al aburrimiento y luego a la locura.
Por eso las cosas que hacemos por no perdernos un minuto de la vida digital, un minuto de nuestros teléfonos, hacemos cosas tan absurdas que cuando son vistas desde afuera parecen extrañas, pero cuando somos nosotros en una total dependencia de esta tecnología, eso es normal.
De hecho, la imagen lo dice todo, podemos estar atados y aferrados a un cable que solo le de energía a nuestro celular.
Ah, las cosas que hacemos para nunca quedarnos sin batería, es más, en la actualidad la cantidad de batería que tienen nuestros dispositivos electrónicos puede afectar nuestro estado de ánimo, incluso más que una buena o mala noticia.
Supongo que esa será la constante de aquí en adelante, y las cosas que hacemos por estar siempre conectados serán tan raras y extrañas que sin un celular en la mano serían cosas de la dimensión desconocida, cosas preocupantes, llamadas de alerta; PERO, si haces esas mismas cosas con un celular o tableta en la mano, eso es diferente, normal y común.
Como por ejemplo el señor que vi en la mañana, sin un celular era una escena nostálgica y triste, pero con su celular era algo cotidiano, algo que todos hacemos todos los días.
Supongo que las cosas que hacemos por vivir de una manera tecnológica solo se irán haciendo más raras y más cotidianas.