Fitness y Gym´s

La regla de oro de todo deportista: escucha a tu cuerpo

Si prácticas algún deporte, eres usuario de gym, sales a correr todos los días o haces ejercicio de forma regular hay una regla básica que no debes omitir nunca, escuchar a tu cuerpo.
Ya sé, ya sé, suena a algo estúpido que escucharías decir a un hippie, a mi o un practicante de yoga, taichí o pilates que acaba de tomar un shot de pasto líquido y te dice “escucha a tu cuerpo, siente tus células, habla con ellas y amalas”,  ya sé, a eso suena esta regla de oro, ESCUCHAR A TU CUERPO.

Pero realmente no es una locura o una extraña petición mía, y no, no estoy bajo el efecto alucinógeno de un shot de pasto líquido, lo juro, pueden hacerme pruebas.
Realmente hay una lógica en esto de escuchar a tu cuerpo, o mejor dicho estar atento a las reacciones que tiene tu cuerpo, esta es la única manera posible para que un deportista pueda llevar al límite su cuerpo, sin lastimarlo, lesionarlo y de esta forma lograr superar los umbrales físicos de dolor y resistencia, para lograr un súper cuerpo, pero en ese proceso de tener la mejor condición, resistencia, debes estar alerta a no lastimarlo.

Bien, de verdad, hay toda una lógica deportiva detrás de escuchar tu cuerpo, o mejor dicho entender y aprender a distinguir las señales de dolor normales por exigirle a tu cuerpo mucho esfuerzo, de las señales de dolor que sientes por haber sobrepasado ciertos límites.

La única forma posible para acondicionar tu cuerpo y este pueda tener un mejor desempeño físico, es forzar esta impecable y perfecta máquina, esta ingeniera sin precedente que creo la naturaleza; pero debes entender que cuando fuerzas un motor para obtener cierto desempeño, cuando exageras puedes quemarlo. En el caso de maquinaria y aparatos, no pasa a más y solo cambias las piezas que se quemaron, pero cuando hablas de tu cuerpo, aquí no puedes sustituir piezas porque quemaste el acelerador en una carrera.

El cuerpo humano es maravilloso, es perfecto, pero no es irrompible, de ahí la importancia BÁSICA de escucharlo, de entender y diferenciar las señales que este manda de cansancio, dolor, mareos, espasmo y cualquier cosa que pueda suceder por sobrecalentar esta increíble maquina humana, o mejor dicho, por haberte excedido en el ejercicio, que es bien común. A veces la emoción de estar en una clase grupal o tener fija en la cabeza la meta de lograr cierto resultado, hace que las personas ignoren esas señales de alerta, mientras el instructor grita más rápido.

Peligroso no hacer caso a tu cuerpo y si al instructor, cuando exige más, porque si quemas algun musculo, lastimas algún tendón, el que va a pasar unos días en reposo eres tú, por eso es importante escuchar siempre a tu cuerpo, sobre cualquier persona o instrucción.

Cuando uno es joven, una edad entre 15 y 25 años, al cuerpo humano lo puedes llevar a todo tipo de excesos y limites sin consecuencias, hablando de comer, ejercicio, trabajo, trasnochar o lo que sea; en esta etapa uno puede dormir 3 horas, luego correr una maratón sin necesariamente tener la condición necesaria y hacer todo tipo de locuras físicas. Pero pasando esa edad mágica el cuidado que debes tener con tu cuerpo es mayor, por ello es vital saber escuchar a tu cuerpo, no en plan hippie sino en un plan diferente, educándote para entender que cuando te agachas mal eso puede desencadenar una lesión, subirte a la bicicleta para hacer ejercicio requiere su técnica, cuando se habla de hacer ejercicio con pesas y repeticiones, eso tiene su chiste y no se trata de cargar mucho peso sin sentido y más cuando ciertas zonas de tu cuerpo están mandando señales de dolor.

Ciertamente el deportista debe entender lo que su cuerpo le quiere decir en cada paso y progreso de la rutina, porque esto le indica que tanto puede excederse o cuando está llegando al límite.

Lamentablemente no hay clases para aprender a escuchar tu cuerpo, más bien uno debe estar alerta de forma personal para aprender a distinguir simples molestias, de avisos que no se deben dejar pasar.

Yes

Bloguera de hueso colorado desde el 2008. Porqué siempre hay algo que decir yes@elblogdeyes.com

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