Filosofando

La importancia de escuchar a tu instinto

En esta vida nos enfrentamos a muchas decisiones diariamente, y normalmente nuestras decisiones se basan en factores lógicos, cuantificables y medibles; es decir, medidos todos los aspectos de una decisión para poder concluir cual es el mejor resultado posible.
Pero a veces, no se trata de lógica y análisis, sino de seguir tus instintos, a veces no es concluir sino intuir.

Claro, no niego el hecho de que las decisiones deben pensarse para analizar pros, contras hasta riesgos, digo, si toda nuestra vida se dejará al azar o a una corazonada, ¿dónde estaríamos?

Entiendo perfecto, que muchas de las cosas que debemos elegir en la vida son planeadas, es gracias a esa evaluación concienzuda con el fin del lograr el mejor resultado posible, que las personas consiguen lograr sus metas. Esa parte la entiendo, ya sabes, si quieres tener buena salud, analizas los aspectos medibles de una vida healthy y nada tiene que ver con el instinto de querer seguir una garnacha; pero las mejores cosas que suceden en la vida, son un resultado casual y fortuito de seguir al instinto.

Aunque claro, algunas veces hay personas con un instinto descompuesto, esas personas jamás en la vida deberían seguirlo; pero los demás, los demás deberíamos escuchar eso que nos susurra.

Hay una gran importancia en escuchar a tu instinto

Eso está relacionado con el hecho de que las mejores cosas que suceden en esta vida, son el resultado de la casualidad y ese llamado interno que nos hace el corazón, las tripas, la mente o la intuición, como quieras decirle.

Hay momentos de la vida en los que hay que excluir la lógica, ese pensamiento racional que nos hace medir riesgos tanto como a los limites, para desafiarlos y seguir al instinto, ese poderoso llamado interno que nos convoca a hacer algo que podría parecer una locura o tal vez una sutileza; a veces simplemente hay que escuchar esa voz que nos alerta sobre algo o nos alienta.

Eso me paso el otro día que tenía muchas ganas de comer un helado, si, por alguna extraña razón ese día tenía mucho antojo de helado y justo cuando llegue a la heladería, algo me decía en mi interior, “no pidas de chocolate”, pero, ¿cómo?, que aberración le sucedió a mi interior, si yo siempre, siempre, en serio siempre, a cualquier lugar al que voy pido helado de chocolate, es más, ya ni me interesa probar nuevos sabores, porque siempre pido de chocolate, me gusta y eso quiero.

Pero ese día mis instintos me decían que no, que pidiera de maracuyá.

Que cosa tan extraña, yo pidiendo maracuyá, esa es una aberración, así que termine pidiendo el de chocolate, un clásico que siempre me funciona; excepto esa vez, que fue el helado de chocolate más infame, más terriblemente dulce que haya comido y no pude ni siquiera pasar de la mitad.

En ese momento me di cuenta que estaba en una frustración porque no había escuchado a mis instintos, los había acallado y apague mi voz interna, la descalifique inmediatamente porque la razón, la estadística y la costumbre me hicieron elegir lo que siempre elijo; cuando mi instinto me decía otra cosa.

Ahora, lo sé, es un ejemplo súper bobo y burdo, pero es un ejemplo de cómo funciona el instinto y a veces obedece a algo cósmico.

Yes

Bloguera de hueso colorado desde el 2008. Porqué siempre hay algo que decir yes@elblogdeyes.com