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Inteligencia: IQ de 128

Hablar de inteligencia puede sonar algo pretencioso, lo sé, lo sé, de esa gente snob que se cree intelectual y encima de eso te lo restriega en la jeta; como para mandar a esas personas directo y sin escalas a la fregada.

De hecho, cuando pienso en inteligencia, cultura e intelectualismo, me acuerdo mucho de una conversación; una primera conversación en la que yo exponía un asunto, “soy muy inteligente”, obviamente la respuesta de la otra persona, que también es muy inteligente fue “me da hueva la gente que pretende ser inteligente”, no dije nada, solo me quede pensando en ese asunto y lo poderosas de esas palabras, ya que la inteligencia o la cultura no es algo que se presuma, es algo que se demuestra, pero no puedo negar que me apeno el asunto de verme de forma pretenciosa ostentando algo de lo cual yo carezco. Esa conversación, se convirtió en una de esas conversaciones que no creo olvidar, porque intentando no ser snob, resulta que casi siempre me veo snob o más bien a veces un pelín arrogante, pero cuando la gente me conoce un poco más, descubre que no estaba mintiendo, que soy inteligente, que tengo la cultura necesaria para sostener una buena conversación y tengo una capacidad de análisis que resulta interesante en una conversación.

Pero ya estoy presumiendo de nuevo, y con razón seguramente estás pensando en cerrar esta ventana o también pensar que doy hueva; pero mi historia con la inteligencia es una historia algo larga, una relación pasivo-agresiva que siempre he sufrido. Digo, mucho tiempo pensé que ser inteligente era una maldición y achacaba todos mis males y sufrimientos psicológicos a esta condición; pero no siempre fue considerada una persona brillante, es más, ni siquiera era considerada normal, para muchas personas por mucho tiempo yo era, mmmmmm, como decirlo amablemente, una persona aburrida, acartonada, sin ideas, tímida, introvertida y lo opuesto a inteligente.

De hecho, incluso hace unos años, huy, como me acuerdo de Andrés, el tipo más snob del mundo, pero snob era corto y el efectivamente era de esas personas pretenciosas de hueva, con mi misma edad ya iba para su segundo doctorado en alguna cosa extraña y mafufa que te juro, tenía cero utilidad práctica en la vida, digo, no se para que le servía su doctorado neuro no seque jaladas de la lingüística, pero Andrés iba por su segundo doctorado a los 27 o eran 26, mmmmm, no me acuerdo. Igual y si hay que ser inteligente para ir por el segundo doctorado, pero yo más bien creo que él tenía exceso de tiempo.

Si bien Andrés se esforzaba mucho, por convivir con una mente primitiva como la mía, porque el cuate me quería ligar, era literalmente insoportable pasar con el más de 15 minutos, era pretencioso, arrogante, se la pasaba hablando de literatura muerta del siglo IV y encima de eso, no conforme con decirme que debía bajar 5 kilos para que yo fuera su novia tonta perfecta, encima de que me decía como hacer mis artículos, de que debía hablar, como debía estructurarlos, como debía vestirme, encima de eso y como cereza del pastel, el muy snob, me dijo que yo como era egresada de la Universidad del Tigre Toño, que yo no sabía de qué hablaba y que mi IQ debía andar en los 60, imagínate eso, imagínate a mi soportando eso; pues que hice, lo lógico, lo que cualquier persona haría en su sano juicio para no ser grosera, aguante lo más que pude por otras dos horas, hasta que definitivamente ya no soporte un minuto más de aquel arrogante tipejo, y le dije de la nada “ese camión me lleva a mi casa”, en tono de pregunta, el respondí “sí, en teoría ese camión puede llevarte a tu casa, pero…” y mientras seguía echándome su choro le un beso en la mejilla, soy polite, y le dije ya me voy mientras me iba corriendo.

Una cosa es decir que eres inteligente y otra cosa es ser como Andrés, pero el despertó viejos traumas de la infancia, en los que todo mundo creía que yo era tarada con una IQ de 60 puntos, es más, una vez cuando estaba frente a mucho estrés por mi examen de la universidad, hice una prueba de estas y sabes cuánto saque, saque 28 puntos, claro que no me esforcé y solo fue contesta y ya, pero vaya que esos 28 puntos me torturaron por mucho tiempo, porque se había comprobado, YO ERA ESTUPIDA, que realmente me vale pepinos lo que los demás digan o no de mi o mi inteligencia, pero cuando quieren echarte carrilla, cualquier cosa es buena.

Así que mucho tiempo de mi vida pase omitiendo ese dato y evitando estos test, mmmmm, para que quiero que me digan que tan tonta soy, si ya lo sé, hasta que un buen día decidí repetirlo y descubrí que no tengo un IQ de 28, sino de 128, una métrica interesante cuando se leen los rangos promedios de inteligencia, dos puntos más y una genio.

Ok, yo sabía ya que mi inteligencia es mayor a la promedio, pero tener un prueba real de ello, fue satisfactorio, yo sabía que era diferente al 96.9% de la población con un IQ muy superior del estándar, capaz de comprender información compleja, yo lo sabía, pero ya existía algo tangible que me hacía diferente. Obviamente desperdicie mi inteligencia, como les sucede a todos los inteligentes de la clase media y si bien me debí de decir a algo más complejo para sacarle jugo a mi cerebro, no hay nada que me haga más feliz que escribir.

Pero hay muchas preguntas en esto de la inteligencia, acaso alguien inteligente es intelectual o culto, bien, no es que una cosa funcione sin la otra o sean excluyentes; pero no hay personas intelectuales y cultas sin inteligencia, sin embargo si hay personas inteligentes que no sean intelectuales, las hay, por ello a veces resulta muy pretencioso hablar sobre la inteligencia personal.

Otro dato curioso de las personas inteligentes, en la que se incluyen muchos genios de la humanidad, es que entre más inteligente eres, eres menos feliz, supongo que pensar mucho las cosas evitan que simplemente seas feliz.

Aunque la inteligencia es algo relativo, no hay que olvidarlo nunca, y más cuando descubres que muchos famosos del cine, siguen siendo más inteligentes que tú, es como para traumarte.

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