Filosofando

Hay un punto en el que no te puedes rajar

Hay ciertos momentos en la vida, en los que no es válido, o, mejor dicho, NO puedes rajarte, y debes seguir hasta el final, sin importar las consecuencias.

Bien, ya sé, eso suena muy fatalista, primeramente, porque la vida no es blanco o negro, y en medio hay muchos otros matices que forman muchos colores, así que nada en esta vida puede ser tan tajante de esa manera, para decir que algo debe ser de una manera, sin embargo, bueno, a veces sí pasa así, hay momentos en la vida en los que ya estamos muy metidos en algo, que termina no siendo una opción saltar del barco.

Sí, a veces por la inversión que hemos hecho en algo, y hablo de inversión refiriendo a cualquier cosa que se pueda invertir como tiempo, esfuerzos, dedicación, intereses, a veces hasta dinero, en fin, cualquier cosa que se haya invertido de forma generosa en algo, así que sea muy difícil abandonar ese proyecto.

Y para explicar mejor mi punto, tendré que usar una tonta anécdota, esas que me gustan tanto y que me ayudan a ilustrar de una forma más gráfica y entendible mi punto; porque yo sé, a veces puede ser difícil entender lo que digo, y más cuando no hay alguna absurda historia que me ayuda a ejemplarla de una forma más clara.

Si lo sé, yo nunca puedo explicar algo, sin tener una anécdota previa que me ayude a hacerlo, y este es uno de esos casos.

Bien, hace muchos años, ya en mi vida adulta pude cumplir uno de mis sueños de la vida, el sueño de mi infancia, visitar Disneylandia, ahora, ya sé, puede parecer bien pinche estúpido que el sueño de la vida de alguien sea ir a Disney, digo, si tienes menos de 15 años, es un sueño muy hermoso, pero pasando de los veintitantos, puede ser medio patético, en fin, esa era una meta de vida que tenía que cumplir en algún punto y lo hice, ahora, Disney no fue, ni de cerca el paraíso mágico que esperaba, había mucha gente, que me gusto la experiencia de visitar este tipo de parques, pues si, obvio, no soy una bestia sin sentimientos, me gusto a secas, pero lo disfrute.

Pero ese no es el punto, calma, voy para allá, y después de sufrir colas insufribles para entrar a los Piratas del Caribe, un espantoso show de pájaros animatrónica, ver a expresidentes americanos cantando y otras atracciones medio chafas, después de muchas colas de horas, por fin llegue al plato principal, al Space Mountain una de las atracciones más populares de este parque.

Ya estaba ahí, toda mona, cumpliendo el sueño de la vida, hastiada de las colas, pero emocionada por hacer algo que pocos logran en la vida, jaja, subirme al Space Mountain, bueno, ya estaba ahí, y había dos colas, una que decía Fast Pass, con un tiempo de espera de fila de 20 minutos, pero, para sacar el fast pass, es lo primero que debes hacer llegando al parque, porque te asignan horarios, y ese fast pass solo es válido en esos horarios,

Bueno, lo saque, y el acceso que me indicaba era entre 8 y 10, horario, prácticamente, solo disponible para las personas que se hospedan en los hoteles Disney cercanos al parque, así que me valió mil madres, y me forme en la otra cola, en la que había varios mortales cuyo aviso decía tiempo de espera 4 horas y 40 minutos, si, casi 5 horas formado para subirte a esta atracción.

Me forme con mi hermano, digo, no podía ser literal eso de las 5 horas, OBVIO no, lo hacen para asustar a la gente impresionable, debe ser un truco, así que me forme, pero, conforme no avanzábamos nosotros y el tiempo sí, me di cuenta que tal vez, solo tal vez, ese aviso de espera de 5 horas, podía ser real.

Con muchas quejas de mi hermano, a los 40 minutos de estar parados, de que ya nos fuéramos, yo pensaba y argumentaba, como podíamos irnos, si ya habíamos invertido 40 minutos de nuestro tiempo en ello, y si nos íbamos, sería en vano, y todo ese tiempo que pudimos invertir en conocer más Disney, se desperdiciaría de la forma más estúpida del mundo.

Así que, con 40 minutos invertidos, no podíamos irnos, teníamos que seguir, después de todo, no podían ser literal 4 horas y 40 minutos, pero, conforme el día se acababa y avanzábamos lentamente, me di cuenta que ese aviso era real, pero ya con una hora y media formados, no había a renunciar, y así paso el tiempo a las 2 horas, a las 3, a las 4, e incluso, ya estando a 15 minutos de llegar, mi hermano seguía insistiendo que eso no era posible, que deberíamos salir de la fila.

Pero, con 5 horas invertidas parados, formados y esperando ¿Quién en su sano juicio se iría?

Ahora, debo decir que cuando por fin nos subimos, fueron 15 divertidos segundos, por una inversión de tiempo de 5 horas, ¿valió la pena?, diría que no, pero aprendí una valiosa lección sobre como una persona, entre más invierte en algo, (invertir cualquier cosa), esa inversión hace que sea más dificil abandonar algo.

Aunque bueno, en retrospectiva y ya sin el dolor de haber estado 5 horas parada, tal vez sí, puedo decir que fueron 15 divertidos segundos que valieron la pena, y todavía medio me acuerdo de la emoción.

Sin embargo, esa espera me hizo aprender que todos en algún punto de la vida estamos formados en la fila del Space Mountain metafórico de la vida, invirtiendo tal vez ganas, tal vez tiempo, tal vez paciencia, dinero, en fin, todos estamos en una cola, y entre más nos metemos en ella, entre más tiempo pasa, hace que sea más difícil salirse de esa fila, aunque la recompensa sean 15 segundos de gratificación espontanea.

Eso se me hace muy curioso, como las inversiones que hacemos en algo, evitan que abanemos un barco, aunque se esté hundiendo o la recompensa que obtendremos serán 15 segundos de algo que olvidaremos rápidamente.

Así que, todos estamos formados en un Space Mountain metafórico, y en ciertos puntos, nos preguntaremos si salir o quedarnos, pero, ya sabemos la respuesta, nos vamos a quedar desperdiciando recursos, porque en ciertas cosas cuando le entras, ya no hay vuelta atrás.

Lo que me deja pensando, que tan buena idea es dejar que nuestro sentido de lo invertido, pese más que lo perdido o lo ganado.

Yes

Bloguera de hueso colorado desde el 2008. Porqué siempre hay algo que decir yes@elblogdeyes.com