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Hablar mal de alguien, esa es la cuestión

Hablar mal de alguien, esa es la cuestión

Hablar mal de alguien, esa es la cuestión

Alguna vez te ha pasado, sí, de esas veces que tienes una confrontación o alguien te hizo una chingadera que simplemente te dejo con un mal sabor de boca por mucho tiempo, muchos días y hasta semanas. Con ganas de tener una réplica con esa persona, con todos, con el mundo, con los medios y la prensa, para hacer un comunicado de relaciones públicas y poder contarte al mundo tu versión de los hechos, la versión verídica y confiable de la historia. Ya sabes, por aquello de cada historia tienes dos versiones, obviamente tú tienes que dar la versión original y legítima de los sucesos.

Así que en esa versión, tu versión de los hechos, tendrás que hablar de alguien y obviamente será no de forma favorable, porque claro, esa persona hizo algo tan bajo, tan horrible, ruin y mezquino; que al hablar con objetividad, tendrás que hablar de sus actos atroces. No es que tú hables mal de alguien así porque si, con ganas de chingar, como lo hizo eso persona en un principio. Pero en el proceso de contar cómo fueron los hechos, uno termina hablando mal de alguien, sus acciones, sus palabras y todo lo que paso en esta historia.

No es que tú deliberadamente hables mal de alguien, por joder, no, estás explicando al mundo una historia que debe escucharse. Porque hoy, todo se trata de historias, y dirían por ahí que la historia de los vencedores o por lo menos los que se toman la molestia de contarla

Sí, lo admito, suena a un post que hice pensando en hablar mal de alguien, no lo voy a negar, pero mi parte honorable, se niega a hacerlo, a contar una historia, una mala historia, pero no mala por aburrida, sino porque se tornó algo negativa en el final. Entonces surgió en mí, ese debate interno, sobre hablar mal de alguien, mejor dicho, hablar lo que hizo alguien versus el viejo dicho ético que dice, es mejor no hablar de alguien, si es que se va a hablar mal de esa persona.

Acaso será cierto, ¿es preferible no hablar de nadie si lo único que se puede decir es algo negativo?, ¿acaso es mejor y eso habla bien de mí?, pero me pregunto, porque guardar todas esas cosas malas que te hace el mundo, que te hacen los demás en pro de ser ético y civilizado. Digo, yo no veo mal callar verdades incómodas ajenas, y no por pensar en el bienestar emocional de las otras personas, nop, y ni siquiera estoy pensando en el karma, sino en el poder boomerang que tienen las palabras y como estas regresan a ti, cuando menos lo esperas.

Por ello me pregunto con insistencia, si el mundo necesita leer/escuchar mi comunicado de prensa, sobre un hecho que a nadie le interesa, pero en el proceso de comunicarlo, a mí me hace sentir mejor, a mí me hace deshacerme de esa historia que me está volviendo loca.

Y tal vez en este momento no entiendas la profundidad de mi superflua queja, pero solo hace falta recordar aquella vez que un “amigo” hizo algo, comento algo o salió con una mala pasada, tan feo fue esa jalada que te hicieron, que necesitas gritarle al mundo que Fulanito Pérez es la peor persona del mundo, mmmm, bueno, tal vez tanto no, pero sí es un mega ojete de primera, así que favor de evitar a esa persona.

Pero, ¿Qué tanto caso tiene hacerlo?, que tan importante es aclararle al mundo, algo que ni siquiera quería saber en un principio, digo, cuando te peleas con alguien, un amigo, un familiar, alguien en el trabajo o alguna discusión callejera con un loco en la calle; pues siendo honestos a nadie le importa, no. Es como de las 50 cosas que a nadie le importa, ni siquiera a tu mamá. Es más, podría decir que el único ser vivo que va a escucharte atenta y pacientemente es tu perro, porque eso hacen ellos, escuchar todo lo que tengas que decir.

Acaso comenzar una campaña negra de relaciones públicas es la solución, o, por el contrario, acaso será como dicen por ahí los hippies y hay que hacer el amor y no la guerra, acaso hay que dejar ir las cosas y ser felices.

Sabes, creo que todos lo hacemos, cuando nos obsesionamos con una discusión, con un confrontamiento, con una mala jugada de alguien, lo hacemos por un par de semanas, días, horas o lo que sea, para recordar cuan mal nos cae esa persona, diciéndolo a los cuatro vientos; encerrando el recuerdo de esa persona, en un calabozo, para torturar a ese recuerdo. Pero lo sabio es dejar que ese recuerdo, que ese mal pensamiento se vaya.

Está bien acordarte de alguien durante un periodo de tiempo y decir “chinga tu madre” o “te odio”, pero después debes dejar ir eso, debes dejar de hablar mal de alguien, porque eso ya no tiene caso y recordarlo solo puede amargarte infinitamente.

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