Toda la vida odie el maldito horario de verano, para mi eran de esas fatídicas cosas que hacían el verano un tormento y una cosa muy sufrida, ya sabes, por aquello, sobre todo de pararte una hora más temprano, y esa hora vaya que pasaba los primeros del cambio, así que ir a la escuela o trabajar, una hora antes, para mí era bastante fastidioso.
No exagero, yo creo que si hubiera existido change.org cuando comenzó el horario de verano en México, yo hubiera sido una de esas niñas locas y polémicas, a la que le valía madre el medio ambiente y hubiera iniciado una colecta de firmas, para poder dormir de nuevo en mi horario.
Sí lo sé, era una pinche niña loca, lo sé.
Pero el tiempo paso, me acostumbre al horario de verano, cambie mi estilo de vida y el hecho de no tener horarios y no tener que pararme a las 6 de la mañana en el horario de verano, o a las 5am, según mi reloj interno, hizo que ese fanatismo y enajenación contra el horario de verano desapareciera; de hecho, ahora lo disfruto y me gusta mucho.
Supongo que el no tener que pararme temprano y da lo mismo si lo hago a las 8 o las 9, y andar en la calle por la tarde noche sola, caminando, hace que para mí sea muy conveniente el horario de verano, y a las 8pm a veces todavía hay sol, eso me gusta, me hace sentir segura y disfrutar de caminar por la calle.
Ahora soy una de las firmes defensoras del horario de verano, ¡caramba, como cambia la vida sin que te des cuenta!
Realmente me gusta mucho el horario de verano, pero eso no quita, que el último domingo de octubre disfrute como nunca ese bello momento cuando cambia el horario de verano.
En serio, no exagero, y seguro tu compartes conmigo el sentimiento y es muy bonito, es de esas cosas por las cuales vale la pena vivir, y esta vez no creo exagerar y el pararte el domingo tarde y descubrir en el reloj que es temprano, que tienes una hora más de vida, una hora gratis, una hora plus, una hora de regalo, te hace sentir bien contigo mismo.
Y tal vez no hagas nada, como yo, con esa hora extra y te quedes acostado en la cama, mirando a la nada, apreciando las expectativas y disfrutando del momento, de ese bello momento cuando cambia el horario de verano, cuando tienes una hora extra para hacer y deshacer, para cambiar al mundo; creo que esa sensación no tiene precio.
Es como cuando encuentras un billete de 100 pesos en tu pantalón, como un regalo de la vida, como un bonus plus al cual acabas de acceder. A mí eso me hace sentir muy contenta, muy emocionada y saber que el tiempo es mi aliado, por lo menos ese domingo, me hace sentir muy feliz.
Lo malo llega cuando tengo que andar en la noche solitaria caminando con el horario de invierno, quien sabe que pasa en la CDMX que caminar por la noche, en la oscuridad te hace sentir inseguro y con la sensación de que en cualquier momento te saldrán los monstruos de la ciudad, y en mi ciudad esos monstruos no son vampiros, hombres lobos, ni nada parecido, sino delincuentes y malandrines, esos sí espantan y mucho y tienes que cuidarte muchísimo de ellos.
¡Ay, ya extraño el horario de verano!, pero la buena noticia es que se acerca el periodo de vacaciones de Navida, ¡yeih! Otra cosa que me hace muy feliz.