Uno puede ver en este sistema de transporte colectivo, todo, literalmente todo, pero no solo es lo que puedes ver, escuchar o incluso sentir; esta es una experiencia de otro nivel y si bien los microbuses pareciera que se están destartalando y cayéndose a pedazos uno puedo encontrar en ellos sistemas modernos de música y por supuesto de detección de armas de fuego.
Sí, ahora la moda no es traer súper equipos de sonidos, ahora traen instalados en las puertas de acceso detectores, los asientos están del nabo, no tienen vestiduras y se ve el hule espuma mugriento, los barandales se vienen soltando, la nave apesta, le escurre agua de no sé dónde, pero eso si, traen detectores y bocinas que impresionarían a todos.
No veo mal que tengan seguridad tanto para los pasajeros como para el chofer, pero digo, si van a invertir en este tipo de infraestructura, deberían meterle también unos pesos a tener un camión de pasajeros más cuidado y cómodo; no entiendo cómo es posible pero todos los microbuses, peseros, camiones de tren ligero todos están en una categoría: camiones guajoloteros.
Muy seguramente estas personas que conducen estas unidades piensan que traen de todo menos personas, y todos somos animalitos o rebaño que cooperan con la módica cantidad de entre 3 a 5 pesos, un concepto del cual proviene el nombre de “peseros” en la antigüedad la tarifa era un peso y de ahí el nombre de “peseros”, pero eso no explica que manejen tan mal a exceso de velocidad, haciendo paradas indebidas, pasándose altos y haciendo que todos los pasajeros sufran con una experiencia auditiva infame, porque te guste o no las guarachas sabrosonas las tienes que oír a máximo volumen, eso y el reggaetón es lo de moda en los peseros.
Digo, si van a optar por estas medidas de seguridad debería ser el paquete completo. Lo peor es que estos añadidos le restan 30 centimetros de acceso, por lo que no cualquier persona de cualquier circunferencia puede pasar y que harían cuando se topen con un arma de fuego, que acaso le van a decir pacíficamente ¡bajese!.