El proceso de comprar algo

¿Se acuerdan cuando ir de compras era salir a la calle, vitrinear un rato y, si acaso, entrar a una tienda a ver qué se antojaba? ¡Qué tiempos aquellos! Ahora, el proceso de comprar algo se ha convertido en una odisea digital llena de clics, contraseñas olvidadas y notificaciones que te hacen sentir culpable por gastar tu quincena.

La búsqueda del tesoro (en línea)

Todo empieza con una necesidad (o un capricho, seamos honestos). Necesitas unos tenis nuevos, un libro que te recomendaron o ese gadget que te hará la vida más fácil (o eso crees). Entonces, te sumerges en el infinito mundo de internet, comparando precios, leyendo reseñas y tratando de no caer en la tentación de comprar todo lo que se te atraviesa.

El problema es que comprar algo en línea puede ser agotador. Tienes que navegar por un mar de opciones, lidiar con descripciones confusas y fotos que no le hacen justicia al producto. Y, por supuesto, siempre está el riesgo de que te vendan gato por liebre.

El drama del carrito de compras

Una vez que encuentras algo que te gusta (¡y que cabe en tu presupuesto!), lo agregas al carrito de compras. ¡Felicidades! Has superado la primera etapa. Pero no te confíes, porque lo peor está por venir.

El carrito de compras es como una caja de Pandora. Ahí se acumulan tus deseos más profundos (y tus impulsos más irresponsables). Y, a medida que sigues navegando, sientes la tentación de agregar más y más cosas. Total, ¿qué son unos cuantos clics más?

La prueba de fuego: El pago

Llega el momento de la verdad: pagar. Introduces los datos de tu tarjeta, esperas la confirmación del banco (que siempre tarda una eternidad) y, finalmente, ¡lo lograste! Has comprado algo. Pero la alegría dura poco.

Inmediatamente, te llega un correo electrónico con el resumen de tu compra y la fecha estimada de entrega. Y ahí empieza la ansiedad. ¿Llegará a tiempo? ¿Llegará en buen estado? ¿Será lo que esperabas?

La larga espera y la desilusión (o la alegría)

Los días (o semanas) siguientes son una tortura. Revisas el estado de tu envío cada cinco minutos, te imaginas cómo será el momento en que por fin tengas tu compra en tus manos y te preparas para lo peor.

Finalmente, el paquete llega. Lo abres con emoción y… ¡puede pasar cualquier cosa! Tal vez te encuentres con el producto de tus sueños, tal vez te lleves una decepción monumental. Pero, en cualquier caso, has completado el proceso de comprar algo en la actualidad. ¡Felicidades! (O lo siento mucho).

Al final, comprar algo se ha convertido en una montaña rusa de emociones. Pero, a pesar de todo, seguimos haciéndolo. Porque, seamos sinceros, ¿a quién no le gusta estrenar?

Bloguera de hueso colorado desde el 2008. Porqué siempre hay algo que decir yes@elblogdeyes.com