El cuate del cubo rubik en el metro
Cada mañana, cuando abordo el metro en la línea dorada, la misma escena se repite: un chico que parece tener una fuerte conexión con su cubo rubik. Los días se vuelven un ciclo de viajes donde, entre la multitud, su figura se ha convertido en un constante. Es curioso ver cómo, en medio de las prisas y el ruido del transporte, este muchacho encuentra su momento de calma, esquivando el caos del metro con cada giro y movimiento rápido de su juguete.
Un momento de calma en el caos
La primeras veces que lo vi, pensé que simplemente estaba tratando de resolver un pasatiempo, pero con el tiempo noté que su dedicación iba más allá. El cubo rubik en sus manos no era solo un rompecabezas; era una forma de meditación activa. Me atrevería a сказать que su concentración era digna de un yogui en plena sesión de meditación. Sus dedos se movían con una destreza sorprendente, mientras que las piezas del cubo rubik se alineaban, una tras otra, en un espectáculo que parecía bailado.
Estrategias y técnicas
Muchos son los que intentan resolver este enigmático juego, pero quien se dedica serio al cubo rubik sabe que hay estrategias. Para el cuate del cubo rubik, cada giro tenía un propósito. Las combinaciones y algoritmos son como una poesía en movimiento. La forma en que giraba las caras del cubo mostraba que no solo ejecutaba movimientos; estaba mejorando su técnica, buscando nuevas formas de resolución. Me preguntaba de dónde había aprendido tanto y si su viaje de cubo rubik incluía horas de práctica en casa o si simplemente había aprendido de otros.
Un fenómeno del transporte
Observando su rutina, no pude evitar sentir un poco de envidia. En un sentido, el cubo rubik se había convertido en una especie de símbolo de resistencia mental en un entorno que tiende a ser rutinario. Mientras otros veían pasar el tiempo en su teléfono o a través de las ventanas, el chico estaba comprometido con un desafío que, de alguna manera, lo diferenciaba de la mayoría. Era un recordatorio de que, incluso en medio de la monotonía y el bullicio de la vida diaria, había espacio para la creatividad y la aprendizaja.
El momento de compartir un vagón con este personaje del cubo rubik no solo me brindó entretenimiento, sino que también me dejó reflexionando sobre la importancia de encontrar esos espacios de paz y desafío personal. En cada viaje, ver cómo el cubo tomaba forma era como ser testigo del arte en acción.
Con cada viaje en el metro, me doy cuenta de que el cuate del cubo rubik ofrece más que solo un espectáculo visual; resalta la importancia de perseguir pasiones. Quienes se dedican a dominar un arte, ya sea el cubo rubik o cualquier otra actividad, parecen tener una conexión especial con lo que hacen, y eso se refleja en su enfoque y dedicación.
El chico del cubo rubik no solo rompe la rutina, sino que nos enseña sobre el valor de perseguir lo que nos apasiona, recordándonos que a veces, la felicidad se encuentra en lo más simple, como girar un cubo y lograr que todos sus lados muestren el mismo color. Con cada encuentro, me voy con una sonrisa, llevándome un poco de su energía y entusiasmo, recordando que siempre hay algo nuevo por aprender, incluso en los lugares más cotidianos.
Lo toqueteaste?
No, obvio que no y yo estaba en frente
Por cierto, espero que tú no hagas eso.