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Diciendo las cosas sin decirlas

Una buena técnica para dejar salir tus emociones, ideas y sentimientos es filtrarlas al exterior de a poco, de esa manera dices todo lo que quieres decir sin decirlo, porque claro, lo está diciendo alguna canción.

Para decir las cosas sin tener que hacerlo propiamente y enfrentarte a respaldar esos sentimientos, lo que una persona normal haría, es decir algo sin decirlo. Y para ello te vales de herramientas como las canciones, frases de cine, quotes de personalidades famosas o hasta personajes de tele, incluso aplicas esa de usar tarjetas para decir algo, sin realmente decirlo.

Hacer eso es muy cómodo, porque dices las cosas que tienes atoradas en la garganta, esas cosas que no te dejan incluso pasar agua, y al decir algo que dice un personaje de televisión, la frase de una serie o parafrasear una canción, estás diciendo algo que sientes sin decirlo. Si la otra persona lo toma de forma incomoda, pues te ofendes, haces aspavientos, te burlas y dices “wey, eso era una broma, no te alucines, es el fragmento de una canción”, pero ocultamos tras esas palabras agresivas y orgullosas algo que es cierto, como el viejo dicho “de broma en broma, la verdad se asoma”, pero si la otra persona reacciona positivamente a aquello que estamos diciendo sin decir, entonces solo callamos, no aceptamos que esas palabras sean ciertas, pero tampoco las negamos, no negamos el hecho de que así nos hagan sentir, pero el que calla otorga.

Que es muy común acobardarse por temor al rechazo y cuando estas con una persona que te gusta mucho, pues te vales de todos tus recursos, de toda esa cultura pop que has compilado por muchos años y aquella canción en específico que te recuerda a alguien o que te hace sentir algo, pues simplemente sale a la conversación, o pides a la otra persona que escuche esa magnífica canción, porque es genial y además, porque esa canción nos permite decir algo, sin decirlo.

Es raro ¿no?, decirle a alguien “oye me gustas”, “creo que siento algo especial por ti”, digo, cuando uno lo escribe de forma objetiva, lo piensa y lo analiza, te reis de ti mismo y no porque creas que sea tonto, sino porque es tonto, decir o no decir algo, esa es la cuestión.
Ser estúpidamente sincero y correr el riesgo a apresurarse para cagarla y embarrarla por todos lados o mejor medir el terreno con mensajes estratégicamente lanzados, con canciones, citas de cine, memes, y demás.

Además, si las cosas salen bien, pues fueron cosas que querías insinuar, pero si las cosas salen mal, eso fue solo una canción que compartiste, así que la otra persona no se alucine, pero me pregunto porque nos valemos de mensajes que no son nuestros, de palabras que no salen de nuestra boca, de canciones que hablan de un sentimiento, en vez de decir lo que sentimos, exactamente en la intensidad sentida, en la proporción y magnitud propia.
Creo que deberíamos ser capaces de ser honestos y abiertos para aceptar de forma directa nuestros sentimientos, para aceptar cuando alguien nos gusta, cuando sentimos algo más de lo que deberíamos sentir; deberíamos ser capaces de decir lo que queremos decir, lo que sentimos; deberíamos ser capaces de decir algo DICIENDOLO, sin valernos de otras personas u otros medios.

Deberíamos de ser capaces de decir algo, sea tonto, sea un error prematuro, sea una locura, sea una hazaña, deberíamos poder decir algo y sostenerlo; pero aun yo, aun la persona más estúpidamente honesta y abierta que puedas conocer, incluso yo, digo las cosas sin decirlas, como pedradas o indirectas buscando alguien que las pesque.

Supongo que es el miedo natural que todos aprendemos, de caernos, digo, cuando uno es niño y comienza a andar en bicicleta, se hace precavido de las caídas, pero deberíamos ser lo suficientemente sabios para recordar que las caídas son parte de la gravedad de la vida, pero también deberíamos ser lo suficientemente ingenuos para creer que nunca caeremos, y no por arrogancia, sino para arriésganos a hacer algo.

Aquí tengo que reciclar el choro que da el personaje de Tom en la película 500 días con ella, ese choro que se echa al final, para quejarse de esto, de que consumismos todos los productos que nos ayudan a expresar nuestros sentimientos hasta que dejamos de hacerlo, ahora ya no decimos lo que sentimos. Solo trata de recordar la vez que fuiste honesto/a con alguien, esa vez en la que admitiste con tus palabras, muchas o pocas, con elocuencia o sin ella, ¿Cuándo fue la última vez que dijiste LO QUE TÚ SENTIAS?, en vez de decir lo que alguien más dijo que debía ser el romance o las relaciones.

La gente compra tarjetas porque es incapaz de decir cómo se siente o le da miedo.
La gente debería poder decir cómo se siente de verdad, no con las palabras que le atribuye algún desconocido

Pero por miedo, no decimos más.

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