Diciembre mala época para ponerse a dieta
¡Ah, diciembre! Ese mes mágico lleno de posadas, luces brillantes y, por supuesto, de deliciosos platillos que hacen que el “ponerse a dieta” suene más como una broma que como un objetivo serio. Si has pasado por diciembre y has intentado ponerte a dieta, sabes muy bien que es como intentar correr una maratón con una mochila llena de ponche y buñuelos. ¡Es un verdadero desafío!
1. Las tentaciones son reales
Primero, hablemos de las tentaciones. ¿Quién puede resistirse a ese plato de tamales que saben a gloria? Además, esa abuelita que hace los mejores romeritos en el mundo no se va a conformar con un simple “no, gracias”, y antes de darte cuenta, puedes haberte comido el platillo completo y un par de postres más. Es verdaderamente una hazaña monumental ponerte a dieta en diciembre cuando la comida está por todos lados y cada quien te anima a probar un poco de todo.
- Tamales para el desayuno.
- Buñuelos para la merienda.
- Champurrado en cada esquina.
No, no hay manera de que te pongas a dieta en este escenario. Es como si el universo conspirara para que te olvides de tus metas.
2. Ejercicio en la temporada de frío
Ah, y no olvidemos el ejercicio. Con el clima frío y la perspectiva de salir de casa tapado hasta las orejas, ir al gimnasio se siente como una misión imposible. ¿Acaso existe una prueba de valentía más desafiante que dejar el cálido abrazo de tu cobija para ponerte a dieta y hacer ejercicio? A veces, la idea de correr en una caminadora suena mucho menos atractiva que acurrucarse con un buen chocolatito caliente.
- Deberías ir al gym todos los días.
- Pero… ¿has visto ese maratón de películas navideñas?
- Total, un par de semanas no hacen la diferencia… ¿verdad?
3. “El atuendo de la fiesta” vs. “mi ropa de gym”
Esa lucha eterna entre “necesito comprarme un atuendo de fiesta” y “debería usar mi ropa de gym”. La realidad es que todos esos outfits hacia el final del mes son del mismo tamaño que tus metas de ponerte a dieta: grandes, anchas y completamente al margen de tu control. Tienes una cena tras otra, y ese vestido de gran tamaño comienza a verse como tu mejor aliado en lugar de tu ropa de gimnasio. ¿Deberías llevarlo al gimnasio? Tal vez una pasarela para exhibir tu esplendor y destreza para buscar el mejor asiento en la mesa para disfrutar de los platillos navideños.
4. Las fiestas nunca terminan
Además, ¿quién puede decir que no a una buena fiesta navideña? Te invitan a una cena, luego a una reunión por el día de la Virgen y, antes de que te des cuenta, ya tienes más invitaciones que días en el mes. Es como si cada amigo, familiar o conocido sintiera la necesidad de celebrar y, claro, muy amablemente, juntar a todos para comer y beber. Así que, realmente, hacer ejercicio y ponerte a dieta en medio de tantas celebraciones se siente como intentar caminar sobre un campo minado de antojitos.
Así que aquí estamos, en un mes lleno de tradiciones, comidas exquisitas y ejercicio que queda en un segundo plano. ¡Diciembre no es el mes para ponerte a dieta! En lugar de eso, disfruta del momento, ríe con tus seres queridos y haz que cada mordisco cuente. Cuando llegue enero, siempre tendrás tiempo de ponerte a dieta y retomar ese camino hacia la salud.