Cuando omites un dato es cuando todos quieren saberlo
¿Alguna vez te ha pasado que estás contando una historia y, para no entrar en detalles incómodos, omites un dato clave? ¡Boom! Es como si hubieras activado un radar de curiosidad en la otra persona. De repente, lo único que quiere saber es eso que no querías contar. ¡Es una ley universal!
Es ilógico, lo sé. Justo cuando quieres mantener algo en secreto, cuando tienes que omitir un dato clasificado de una conversación, ¡es cuando más interés despierta! No importa si es algo tonto, irrelevante o que te incomoda recordar. En el momento en que dices “eso no debes saberlo”, la otra persona se transforma en un detective implacable.
Imagínate la escena:
- Otra persona: ¡Dime!
- Tú: ¡No!, es irrelevante y no quiero hablar de eso.
- Otra persona: Anda, ¡dime!
- Tú: No.
- Otra persona: ¡Que me digas!
- Tú: Que no.
Y así sigue la cantaleta. Entre más te resistes, más insiste la otra persona. Y lo más chistoso es que puede ser algo insignificante, pero la insistencia lo convierte en un misterio digno de Sherlock Holmes.
A mí, lo que me resulta curioso es que, además de querer mantener la información clasificada, a veces omito un dato porque simplemente no me da la gana contar mis cosas. Doy el contexto general para pedir un consejo, pero parece que los detalles son indispensables.
Prefiero decir “eso es irrelevante” o “eso no te lo puedo comentar” a mentir y alterar los hechos. Pero, siendo honestos, a veces termino cediendo y modificando la historia para evitar revelar mis situaciones más vergonzosas. ¡Es que hay cosas que me llevaré a la tumba!
Y es que, aunque me considero una persona transparente, también tengo mis zonas oscuras, mis documentos clasificados con partes subrayadas en negro. ¡Nadie sabrá esos secretos, por más que insistan!
Supongo que es como cuando dices “no pienses en elefantes rosas”. El simple hecho de mencionar algo que no deberías pensar hace que la gente piense precisamente en eso. ¿Dónde está la lógica? Algún psicólogo podría explicárnoslo, pero creo que tiene que ver con que nos gusta lo prohibido y tendemos a hacer lo opuesto a lo que nos dicen. ¡Psicología inversa en su máxima expresión!
Ahora sé que la mejor manera de omitir un dato sin levantar sospechas es alterar los hechos, usar la vieja confiable de “la mejor manera de esconder algo es haciéndolo de forma pública”.