Confesiones estúpidas

No sé por qué o a que se deba, pero llega un momento en la vida en que nos gusta sincerarnos, momentos en los que parece una buena idea, decir la verdad, honrar nuestros sentimientos o tal vez ideas para decir lo que sentimos, para minutos después de dicha esa gran verdad arrepentirnos y darnos cuenta de que hicimos una confesión estúpidamente, sin que nos forzarán, sin necesidad de hacerlo, sin detectores de mentiras o elixires de la verdad. Y es cuando decimos las cosas, nos damos cuenta de la importancia de las palabras y que a veces es mejor guardar silencios y ocultar sentimientos a simplemente confesarlos.

Bien, la verdad hoy en día está sobrevalorada o tal vez la palabra sea subvalorada, por eso nos permitimos de manera consiente y a veces hasta cobarde no decirla, ¿por qué?, supongo que la verdad en estas fechas es algo efímero sin un verdadero valor, tal vez sí, la verdad perdió su valor y plusvalía, pero sobre todo, arriesgarse a decir la verdad puede ser algo difícil y costoso. Ahora yo me encuentro en el predicamento de decir o no la verdad, porque aquí viene todo un debate filosófico interno que me hace preguntarme, ¿Quién quiere oír MI VERDAD?, ¿a alguien le interesa?, ¿Hará alguna diferencia decir lo que yo creo que es correcto?

Cuando se habla de verdad, es como hablar de la historia, cada persona tendrá su versión de los hechos, en este caso la verdad; pero ya estoy divagando y mezclando dos cosas completamente diferentes VERDADES Y CONFESIONES; sin embargo, creo que van de la mano, confesar algo es simplemente ser honesto, decir la verdad y atenerse a las consecuencias; sin importar que a veces esa verdad o esa confesión sea: TENGO GANAS DE PEDORREARME EN PÚBLICO.

Ya sé, ese tipo de expresiones mías le quitan toda la seriedad a mi punto, pero aunque no lo pienses, esas confesiones tan estúpidas son honestas y nacidas de una necesidad, a veces opino que decirle a alguien “me gustas, me importas o te quiero” es igual de estúpido por no decir pendejo, eso de “tengo ganas de pedorrearme” a nadie le importa, a algunos les parece gracioso, a otros, irrelevante y muy seguramente a la persona involucrada pensará “gracias por la información”.

A veces simplemente hay cosas que no se deben decir, y entonces entro en un conflicto emocional/mental, porque siempre he pensado que las cosas deben decirse, que la verdad aunque se tratan de tus sentimientos deben encontrar una salida y un cauce, lo malo es que cuando haya la manera de salir a flote descubres que esa no fue una buena idea.

Por eso entro en shock, porque, por un lado, sé que las cosas deben decirse, e instado a muchas personas a hacerlo, pero ahora con la experiencia sé que a veces es mejor no decir nada, quedarte callado y esperar, ver si las cosas son como deberían o cambian de rumbo sin darte cuenta.

En este apartado de las confesiones estúpidas no solo se encuentran las declaraciones amorosas, no, puedes confesar cualquier cosa, como una pretensión indecorosa, alguna anécdota vergonzosa, algún hobbie innombrable, inclusive un error de juicio o alguna equivocación. La cuestión es, para que decir algo que nadie nunca te pregunto, la respuesta es porque te sientes loco si no lo haces.

Ese es el punto, cuando alguien directamente te pregunta por un error o tus sentimientos, no confesarlos, eso es un error, pero decirlos por voluntad propia sin coacción alguna, es como levantarse todas las mañanas y gritar todos tus pensamientos, deberíamos entender que hay cosas que necesitan reflexión y son únicamente para nosotros.

A estas alturas de la vida debo aconsejar a todos más bien ser prudentes y evitar las confesiones estúpidas, sin embargo, si te piden la verdad nunca la niegues o la ocultes, aunque debo admitir que hay un momento en la vida en la que si no dices algo es probable que la cabeza te explote, solo hasta eso, momento di lo que sientes, ni un minuto antes ni un minuto después.

La honestidad y la sinceridad en este mundo están mal vistas.