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Cada cosa que hacemos es un acto egoísta personal

Ahora, lo sé, estoy muy consciente que este planteamiento mío, el decir que cada cosa que hacemos, incluso cuando ayudamos a los demás o hacemos algo altruista, afirmar que esa acción es un acto egoísta personal con intereses y una agenda oculta, bueno, lo sé, insisto, lo sé, decir eso es ultra polémico y de las cosas más radicales de las que haya podido escribir alguna vez jamás, ¿por qué?, ¿por qué lo digo en voz alta?, la respuesta es que tengo tiempo pensando en eso, en el verdadero combustible que nos hace actuar, que nos mueve, que nos lleva a hacer cosas, incluso el altruismo y encontré que detrás de esas cosas hay acto egoísta personal de por medio.

Lo hago yo, lo haces tú, lo hacemos todos.

Solo piénsalo y rastrea lo que te puso en marcha para hacer algo.

Realmente he pensado mucho en todo esto, y últimamente pienso mucho en la pureza o nobleza de esas acciones y por ejemplo cada que ayudo a una persona, cada que me tomo mi tiempo para dar un consejo, cada que me comparto con los demás compañía, conexión, contacto o soporte emocional, lo hago por mí, por un mero acto egoísta de conocer, de analizar las emociones y comprender así a las personas, ese es mi motivo egoísta que me motiva y me impulsa, si bien son actos buenos que ayudan a los demás, es algo que hago por mí, no por alguien más.

Es un mero acto egoísta, personal, para mí, en el que apoyo a los demás, pero finalmente es una experiencia mía, y cuando me lo agradecen termino pensando, no tienes que hacerlo, no tienes que darme las gracias, verás, lo hice más por mí que por ti.

Y así es en todo lo que hacemos, si bien muchas de nuestras acciones son una reacción de nuestras emociones o algo que hacemos en función del bienestar propio, como sentirnos mejor, vestirnos mejor, ganar más, tener una mejor estabilidad económica, que suele ser las motivaciones más comunes en la vida de las personas para hacer cosas, incluso las que son de carácter altruista o heroico también tienen uno porque, no sé, anhelo de reconocimiento, sentirte más bondadosa, superior a los demás, en fin.

Esto es como lo que planteaban los sabios antiguos, y decir que eres sabio o pavonearte de ello, aunque seas muy sabio, te aleja de la sabiduría, así pasa con nuestra naturaleza, que todo se traduce en un acto egoísta personal del yo, también inclusive cuando ayudamos y es un motivo propio y personal que nos hace ayudar, ya sea por un recuerdo, o una vivencia dolorosa que nos recuerda al yo, al único y personal yo.

Lo sé, decir eso es ultra polémico, porque en esencia es plantear que cada cosa que se hace, cada ayuda humanitaria o altruista que se realiza en el planeta, tiene un motivo personal detrás, y bueno, decir eso a la ligera es bastante polémico y algo que puede criticarse hablando de grandes causas humanitarias como las personas que trabajan en proyectos en los que exponen su vida, bienestar y todo lo que son (y tienen) únicamente para ayudar a los demás.  

Cuestionar la naturaleza de esa ayuda, cuestionar el acto heroico de una persona que expone su vida para salvaguardar a otra, eso es polémico y en sí un acto muy criticable.

Pero sucede, y por ejemplo, cuantas fundaciones de personas muy importantes no fueron hechas o promovidas por las experiencias de esa persona, por sus sufrimientos y vivencias que los llevan a ayudar y evitar a los demás a vivir lo que ellos, si bien se está ayudando, todo regresa al punto de “yo no hubiera querido vivir eso, por eso ahora te ayudo”.

Tal vez algún día nos dejaremos del protagonista del yo, y solo ayudaremos por hacerlo sin esperar recompensas, glamour personal, buen karma o que sé yo, simplemente hacer algo sin pensar en el yo.

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