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Los aromas te llevan al pasado

Para mí es muy curioso como el sentido del olfato es tan poderoso y mediante aromas te pueda trasladar en segundos en el tiempo, a momentos que ni siquiera eres consciente de que existían; sólo necesitas oler un aroma familiar para que te lleve al pasado y no sólo eso sino que además de recordar vives una vez más ese momento perdido en el tiempo.

Bastante curioso si me permiten volver a decirlo, pero resulta sorprendente como el sentido del olfato es altamente poderoso, sobre todo cuando este sentido es uno de los más subvalorados. Bien, gracias a este sentido podemos apreciar de los aromas, con él se realza la experiencia de una buena comida, incluso para algunos románticos no hay nada más bello que el olor por la mañana del ser amado.

El sentido del olfato lo usamos para todo, pero es el menos importante hasta ciertos momentos, sin embargo a veces mientras vas caminando por la calle un viejo y conocido aroma te hace recordar momentos más simples, más felices y sobretodo gustosos regalándote por unos breves instantes esa sensación de confort y tranquilidad.

Es bien extraño pero a veces olfatear comida que te recuerda el sabor de tu infancia puede hacerte increíblemente feliz, en mi caso un aroma muy peculiar activó mi memoria y me hizo viajar unos 13 años atrás en el tiempo. A mi época de adolescente rara y desadaptada de la prepa, cuando pasaba muchas horas al día intentando encajar, siendo mi único momento feliz del día, el descanso y obvio para hacerle justicia a mi apodo de ese tiempo “gordita” yo amaba, como ahora comer y pasaba todo el descanso en la cafetería de la prepa comiendo, mientras un aroma a pan medio duro con mantequilla inundaba el ambiente.

Esa era la base de la alimentación de todos los que comíamos ahí, pan con mantequilla en cualquier formato: molletes, tortas, pan con jamón, pan con mantequilla, cualquier cosa era susceptible de comerse siempre y cuando fuera pan con mantequilla. Suena a una forma primitiva y aburrida de alimentarse por 3 años, pero lo juro nunca me canse o harte.

Ese característico aroma de pan tostándose con mantequilla para mí es un aroma de la adolescencia, un olor que me puede llevar al pasado no únicamente para recordar esas mañanas que gastaba 20 pesitos en mi torta y un yogurth, sino que recordé mucho más.

Un sólo olor me llevo al pasado para acordarme de mis años en la prepa, cuando sufría de ser la rara, cuando todos me copiaban la tarea y como odiaba hasta la muerte mis clases de etimologías grecolatinas y filosofía, pero esa filosofía aburrida que te hacen leer libros insufribles que por más que leas 5 veces, sigues sin entender. Ni siquiera un diccionario ayudaba.

Además paréntesis para que chingaos me sirvieron esas clases de latín, o sea neta, para nada, nunca he tenido que intentar si quiera hablar en mi latín empolvado, que sólo se centra en saber las 3 primeras líneas del padre nuestro y 2 frases más:

Divide at vince
Vini, vidi, vinci

Eso es todo lo que se de latín, ah y que el español es una lengua romance como el italiano, francés, portugués y otras más que olvide.

Tiempo perdido, al igual que mis clases aburridísimas de filosofía de las cuales no aprendí mucho más que el concepto, cual tabula raza, por obvias razones y que es una apología.
Algunos me consideran filosofa pues les juro que nada de eso lo aprendí en la prepa o la universidad, nada.

Todo eso me acorde por un pan con mantequilla.

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