Ahora tengo corrector de estilo y es gratis
Pero la historia de cómo llego mi corrector de estilo es muy, muy curiosa y casual; como todo lo que me sucede en la vida. Por ello estoy convencida de que todo lo que pasa está conectado; de otra manera no me explico como a veces puedo tener tanta y tan extraña suerte, una en la que las cosas más improbables y fantásticas me terminan sucediendo a mí.
Lucky me
Es más, a veces dudo que me pase, ¿acaso no será esto parte de mi imaginación?, una que es famosa por ser fructífera.
No solo dudan los demás de la veracidad de mis palabras, yo también, a veces me quedo pensando ¿será cierto?, hasta que tengo frente a mí la evidencia o las pruebas, sé que no estoy loca, que no es mi imaginación. Afortunadamente, no, no estoy loca y soy poseedora de una de las mejores suertes de este mundo; por ello tiendo a ser algo o muy supersticiosa siempre. Que se le va a hacer, con esta suerte tan buena tiene que haber algo detrás de ella, así que toco madera para nunca perderla.
Digo, no todo es acerca de mí, ¿o sí?, la respuesta es sorprendente y muy enigmática, jajajajajajaja, sí todo es acerca de mí, bueno no, ¿o sí?, hay ya no sé.
Hoy todo es acerca de mi nuevo corrector de estilo y como llego a mis servicios, mmmmm, esperen, ¿así se dice?, mmmmmm, hay no sé, tendré que preguntarle a él, últimamente todo lo que digo pasa por su filtro implacable que analiza todo para ver si lo dicho está bien dicho o si se pudo haber dicho mejor, si tiene fundamentos, lógica, coherencia o sentido.
De verdad que tener a un experto de la filosofía y las letras ayudándome, regañándome, corrigiéndome y mejorándome es invaluable; además, me siento como toda una gran escritora.
Que por cierto, cuando estuve escribiendo en una de mis primeras revistas digitales, en aquellos años me preocupaba muchísimo la calidad de mis escritos, la redacción y la ortografía; tanto me mortificaban que podía pasar una semana revisando un artículo que informaba la cartelera de teatro de esa semana. Pero un día el editor me dijo, no te preocupes por la redacción, es importante, pero lo haces bien y aún mejor, tienes esa chispa que se lee, que se transmite; tú tienes a diferencia de muchos escritores el talento para contar algo de forma atractiva, así que deja de preocuparte por lo demás, que para eso están los correctores de estilo, conozco a muchos grandes escritores que tienen muchas faltas de ortografía que suelen ser corregidas por su corrector.
No sé si lo dijo para hacerme sentir mejor y ya posteará la info, que no creo, pero esas palabras se me quedaron grabadas y como un sueño, uno guajiro y lejano, en aquellos años pensaba algún día seré famosa e importante y tendré mi propio corrector de estilo, ALGÚN DÍA.
Hoy no soy muy famosa e importante, pero he conseguido un gran sueño, tengo mi corrector de estilo pro bono.
Seguramente hay muchas personas que su sueño dorado o miden su éxito profesional comprando una casa, un Ferrari o que se yo; mientras esas personas buscan cosas materiales, mi sueño siempre había sido tener un corrector de estilo que mejorará todo aquello que yo escribo, que hace mucho aprendí que todo puede mejorar y no se diga de mis post.
Si se me iba mal una coma, que si me equivocaba o usaba una palabra mal, mi corrector de estilo personal haría magia y estas letras cobrarían una nueva dimensión, una pro.
Bien, esto de la redacción y escribir bien se da únicamente de una manera, leyendo muchísimo o teniendo una licenciatura en filosofía y letras además de una amplia y extensa cultura; estas personas se encargan de corregir los errores de semántica, de puntuación, de ideas, de ortografía, de redacción pero siempre conservando la esencia de lo que el autor esta escribiendo.
Pero ¿Qué es un corrector de estilo?
Wikipedia define al corrector de estilo como el corrector de textos que de manera profesional revisa y corrige un texto en las diversas fases del proceso editorial.
Tal vez suene simple o no se entienda la profesionalización que requiere ser un corrector de estilo; si solo es corregir ortografía y puntuación, ¡Qué tan difícil puede ser!
En publicaciones impresas como periódicos o revistas pueden dar su opinión y decir que es extremadamente difícil encontrar a un corrector de estilo, porque no solo corrige ortografía, finalmente su trabajo se centra en revisar sintaxis y semántica para que la idea de un escritor, aquello que quiere transmitir, se haga de manera correcta y fácil para que cuando se lea, esa idea pueda interpretarse de forma fácil.
Aunque el trabajo va más allá, no solo es la sintaxis de las palabras el oficio se trata de evitar ambigüedades, redundancias, inexactitudes, vocabulario pobre, incoherencias, falta de concordancia; todo eso manteniendo el tono y la esencia del autor, no se trata de tener un nuevo escritor corrigiendo y cambiando, se trata de un corrector de estilo que mantenga y respete el estilo del escritor.
Por ello termina siendo un trabajo no muy bien pagado en el que se pasa mucho tiempo revisando y revisando la información.
Todo eso hace un corrector de estilo, y ahora tengo el mío particular
Cómo llego a mí, magia, cosmos, casualidad y destino, asumo yo, aunque algunos envidiosos dirán que solo fue SEO, sea lo que haya sido un buen día llego mi corrector para hacerme comentarios particulares sobre redacción y ortografía, un fanático de las letras, que insistía mucho en que no me ofendiera por las correcciones; pero creo yo que solo los petulantes condenados al fracaso pueden ofenderse por una crítica constructiva.
Si se trata de mejorar mis ojos y mis oídos están bien abiertos siempre.
Así que después de un par de correcciones y viendo el potencial de este filósofo, cuyo seudónimo es George Berkeley, le ofrecí el puesto, el privilegiado puesto de ser mi corrector de estilo personal, para mi blog y para mi libro no publicado.
Claro, de momento el blog más que dejar ganancias me hace que pague mucho dinero en hosting, motivo por el cual el pago de esta posición de trabajo es muy baja, en realidad mi propuesta fue:
¿Quieres ser mi corrector de estilo?, la paga es poca, mmmm, de hecho no hay paga, ¿quieres?
No sé si fue la sinceridad de mis palabras, el potencial que vio en las ocurrencias de mi blog, o qué sé yo, pero convencí a este ilustre de las letras a mejorar mi blog.